Hoy nos espera un día multiple. ¿Y por qué multiple? Pues por que vivimos tantas aventuras, cambios de paisajes y anecdotas tanto divertidas como bizarras que me parece mentira que todo haya pasado sólo en un mismo dia.
Viernes, 6 de mayo de 2022
Detalles de etapa:
- Distancia: 68,84km
- Desnivel: 950m
- Tiempo en movimiento: 4h 51′
- Velocidad media: 14,2km/h
- Más detalles: Strava
- Descárgate la ruta: Wikiloc
7 de la mañana, cuando nos despertamos. A pesar de que nos fuimos a dormir tarde nos ha costado levantarnos, pero menos de lo esperado. Hoy amanece un día precioso, pero estamos a tan solo 3ºC.
Aún la temperatura decidimos no ponernos nada de ropa de abrigo y salir como machotes, todo corto de verano. El truco está en que ahora desayunaremos calentitos y aún tardaremos un ratito en bajar a la calle y para entonces el sol ya habrá calentado el ambiente.
Cuando nos levantamos Esther ya está en la cocina con el desayuno casi listo; David ya se ha marchado para trabajar, pero ya nos despedimos ayer de él. Le damos los buenos días a Esther y a su gatita y le comentamos lo bien que hemos dormido. A continuación, nos aseamos y nos sentamos con ella para desayunar. Comentamos que ayer se nos fue de las manos el charloteo post cena y que hemos dormido poquito, pero que ya venimos con experiencia de empezar a pedalear aún con algo de sueño, jeje. Esther nos comenta que para salir del pueblo nos recomienda pasar por el paso a nivel en lugar del puente, pero que hoy hay mercadillo y deberíamos pasar antes de que monten las paradas.
Tras el maravilloso desayuno volvemos a empaquetar todo en las alforjas, bajamos en búsqueda de las bicis y ejecutamos el ritual número dos. Cuando ya estamos listos para iniciar la etapa de hoy nos despedimos emotivamente de Esther, quien no puede evitar que le caiga alguna lágrima mientras nos subimos a las bicis y nos observa mientras nos alejamos por el mismo sitio donde ayer nos vio llegar.
Tras pasar el paso a nivel llegamos a la calle donde ponen el mercadillo, el cual ya está a medio montar y tenemos que avanzar con cuidado. Una vez atravesado ya podemos continuar por la calle principal de Veguellina y deshacer el camino que hicimos ayer desde Hospital de Órbigo.
Al llegar a Hospital de Órbigo aprovechamos para ver lo que ayer no pudimos ver, como la Parroquia de San juan Bautista de Órbigo.
Una vez atravesamos el pueblo el camino se divide en dos y unas marcas aconsejan acercarse a la carretera, pero nosotros continuamos por donde avanza el track. Al final ambos caminos llegan a la carretera, donde saltamos al asfalto y seguimos avanzando por ahí. Hoy encontramos más bicigrinos, pero no saludan, creo que son extranjeros.
Hasta el kilómetro 15 tenemos que superar tres colinas. Al llegar a lo alto de la tercera se aplana y vemos que el camino cruza del lado izquierdo de la carretera al derecho, pero nosotros decidimos continuar por la carretera por que el tráfico es moderado, el arcén vuelve a ser muy ancho y los coches nos adelantan invadiendo pro completo el carril contrario.
Sin embargo, unos metros más adelante veo en el GPS que el track va por el camino y la carretera no sólo se aleja, sino que hay una valla que nos impide atravesar la arboleda y nos obliga a hacer marcha atrás unos metros hasta reencontrarnos con el camino, así que cuando lleguéis al kilómetro 14,8 tened en cuenta de seguir el camino de tierra.
A los pocos metros el camino tiende a bajar y justo antes de un descenso nos encontramos el Crucero de Santo Toribio:
Tras hacer un par de fotitos empezamos el descenso por una pavimento adoquinado y cemento bastante pendiente. Al llegar abajo nos encontramos el monumento Fuente peregrino sediento, donde hay más peregrinos descansado y haciéndose fotos:
Pocos metros después entramos en el pueblo de San Justo de la Vega, el cual lo dejamos atrás casi sin darnos cuenta por que es pequeñito. Continuamos por la carretera N-120a hasta llegar a la entrada y parte baja de Astorga, pueblo muy popular, con bastantes cosas para visitar y que obviamente mi padre también quiere enseñarme.
Al entrar al pueblo se puede seguir las flechas, ya que el track avanza por un paso a nivel que ya no es transitable. Las flechas nos llevan a un paso elevado peatonal suficiente ancho y pavimento antideslizante para que las bicicletas también puedan cruzarlo. Siendo un poco hábil se puede cruzar sin bajarse de la bicicleta. Al llegar a la parte superior se puede observar una panorámica del pueblo bastante interesante.
Cuando hemos atravesado el puente mi padre decide guiarme para mostrarme lo más interesante del pueblo, así que ignoramos el track y las flechas. Posteriormente me dí cuenta que el itinerario de las flechas es mejor por que no hace pasar por tanta pendiente, ni en dirección contraria y además ya pasa por los puntos más relevantes del pueblo, así que tomad nota.
Una vez en la parte alta, el casco antiguo. Cuando llegamos hacía 15 minutos que el reloj del ayuntamiento, el cual tiene un mecanismo que unos Maragatos hacen un baile. Mi padre comenta que vale la pena verlo, así que decidimos desayunar para hacer tiempo.
Nos cuesta decidirnos dónde parar a desayunar, mi padre sugiere algunos sitios, pero se muestra indeciso ante tanta oferta, así que elijo aleatoriamente el primer sitio donde podemos tener las bicis a la vista. Decidimos tomar bocadillo y algo para beber y retomar fuerzas hasta la hora de comer. Pedimos un bocadillo de lomo con queso, pero no tienen cocina y no pueden ofrecer nada caliente, así que nos decantamos por lo fácil: bocadillo de jamón. El bocadillo que nos ponen, digamos que no es el mejor que he probado… pero cuando nos traen la cuenta nos cobran más de 12€… revisamos la cuenta por que está claro que nos han cobrado algo de más, pero no, simplemente que los precios de ese sitio eran excesivos… y más para lo que nos sirvieron y podían servir… así que cuidado donde paráis a comer.
Tras pagar la dolorosa nos entretenemos en que, si vamos al lavabo, que, si tardan en traernos la vuelta, en vestirnos, cuando de repente oímos las campanas….¿en serio? ¡Se nos ha pasado las campanadas! vaya tela… así que nos tendremos que conformar con verlas otro día por YouTube… así que ahí os dejo el espectáculo.
Después de tomar fuerzas me muestra las plazas, donde estuvo en otras ocasiones tomando algo y los monumentos como «Domus del Mosaico del Oso y los Pájaros», El ayuntamiento en Plaza España y los Maragatos, Palacio de Gaudí Astorga y La Catedral de Santa María de Astorga.
La verdad que el pueblo tiene encanto y me gustaría visitarlo con más calma, pero tenemos un itinerario que cumplir, por lo que lo añado a la lista de sitios que visitar posteriormente con la familia.
Seguimos nuestra aventura por carretera. A la altura de Murias de Rechivaldo nos desviamos a la izquierda por el «Camino de Santiago» y donde empieza a inclinarse.
Y ahí no lo sabía, pero ahora que me fijo ya se ve la montaña a la que teníamos que subir después…
Cuando el camino topa con la carretera de Astorga a Ponferrada el track nos guía por una carretera. Cruzamos la aldea de Santa Catalina de Somoza, donde el calor y la pendiente empiezan a ser un poco agobiante. Al llegar a El Ganso ya es la hora de comer y decidimos parar por que pocos pueblos y aldeas vamos a tener por delante y creo que empezar la digestión antes de afrontar el puerto de Fondebanon sería conveniente.
Paramos en lo que parece una casa, pero tiene una pizarra ofreciendo comidas. Paro para preguntar. Los dueños era una pareja de abuelitos y me dicen que por detrás tienen un patio donde podemos comer y guardar las bicis, así que damos la vuelta y paramos ahí. El sitio era acogedor, claramente es una casa que la han adaptado para poder dar de comer a los peregrinos, incluso tienen pertenencias antiguas suyas.
Cuando nos sentamos nos ofrecen la carta, la cual es escasa porque tiene sólo 2 opciones de cada plato y el precio de los carteles era de 8€, pero testaban amarillentos por el tiempo y dudo que los hayan actualizado recientemente. Decidimos comer la opción más calórica: macarrones y lomo de cerdo. Nos ponen una pequeña ensalada a cada uno, lo cual nos sentó bien con el calorcito.
Mientras estamos empezando a comer una pareja que se preparaba para irse del restaurante nos pregunta que si unos bastones de treking eran nuestros. Al decirle que no entra al restaurante y se los deja a la dueña diciéndole que alguien se los ha olvidado.
La comida fue como si hubiera ido a comer a casa de mi abuela, las patatas cortadas a mano y el flan de hacendado. Mientras nos estamos acabando el café oigo que la dueña contesta al teléfono y dice algo de que sí, que tienen unos palos de caminar ahí y empieza como a debatir con el interlocutor sobre cómo hacérselos recuperar per no llegan a ningún acuerdo, así que les interrumpo y les digo que quizás yo pueda ayudar. Me pasa el teléfono y me confirman que están siguiendo el camino de Santiago y les digo que yo puedo acercárselos con la bici más tarde, que vayan avanzando y que cuando les avise por WhatsApp les pasaré mi ubicación para que vean cuando estoy cerca de ellos y me avisen cuando me vean.
Tras la conversación empiezo a buscar alojamiento para pasar la noche. Analizo el final de etapa y veo que Ponferrada es un pueblo grande y que quizás podemos dormir en el primer pueblo tras el descenso tras superar el puerto de Fondebanon: Molinaseca, que sólo es el pueblo antes de Ponferrada. Los albergues a esa hora ya están llenos y los hostales también… caigo en la cuenta en que es Viernes, que cuenta como finde semana, otra vez… al final encuentro un hostal en el que me contesta una mujer extranjera, parece que nos cuesta entendernos pero me asegura que nos puede reservar la última habitación y quiere que le dé mi palabra de que iré, tras asegurárselo le informo que llegaremos tarde, alrededor de las 7 pero que podríamos retrasarnos hasta las 8 si el ascenso a Fondebanon se nos complica.
Terminamos de comer y vamos a pagar. La mujer nos permite pagar con tarjeta, pero nos advierte que no se aclara con esas cosas y me pide ayuda. Al final le configuro el datáfono y ya puede cobrar sin problemas. Al final nos ha salido a 10€ el menú más 1€, por persona; es el restaurante más barato en el que hemos comido en todo el viaje.
Una vez con el depósito lleno nos preparamos, nos montamos en las bicicletas, Mientras añado presión al amortiguador de atrás y adapto los palos extraviados en las alforjas como puedo mi padre avanza, ya le pillaré después. Al salir del restaurante colinda con otro restaurante de esos que tienen todos los letreros en inglés. También veo la iglesia del pueblo y le hago una foto antes de encalarme los pies y salir en búsqueda de mi padre.
La carretera sigue subiendo y los árboles de alrededor son bastante curiosos, me recuerda al panorama del bosque tenebroso de después de Villafranca Montes de Oca, incluso el asfalto estaba en un estado deteriorado, si hiciera un día nublado como aquel día hubiera sido una escena digna de película de miedo.
Cuando alcanzamos el siguiente pueblo, Rabanal del Camino, la dueña de los palos me avisa y sale en mi búsqueda. Cuando la veo le doy los palos, me da las gracias y hablamos un poco antes de zarpar. la chica es de Alemania y está haciendo el camino con unos amigos de Alemania y españoles. Le digo de hacernos una foto para colgarla en el blog y nos despedimos. A los pocos metros encontramos a sus amigos, que están tomando algo me saludan efusivamente y nos animan a seguir tirando cuesta arriba, ellos pasarían la noche en Rabanal.
Tras cruzar el pueblo de Rabanal cogemos una pista de tierra. El camino ya se inclina bastante, a un 6% de media y adaptamos un ritmo más y también evitar fatigarnos demasiado para aguantar los 29ºC que hace.
Cuando el camino llega a la carretera seguimos por ella, tal como indica el track y vemos que todos los ciclistas hacen, deduzco que el camino de tierra se complica mucho. El viento que durante la mañana más bien soplaba en contra nuestra ha cesado y ahora el calor se hace inaguantable, el GPS ya marca 31ºC… y aún estamos en primavera, no quiero ni pensar el verano que nos espera este año. A mi padre le está costando esta subida y paramos con mucha frecuencia para descansar, secar el sudor, mendigando alguna sombra… ha habido tramos en los que parábamos cada 250m. al menos pasan pocos coches, el tráfico es más bien de bicis, aunque pocos son bicigrinos.
En la subida hay algún «oasis» donde descansar. A mi padre le digo que pare para comer algo para reponer fuerzas. Se está haciendo extremadamente largo este puerto.
Para sobrellevar el sufrimiento nos consolamos pensando que si lloviera e hiciera mucho frio sería peor, al menos podemos disfrutar de buenas vistas.
Cuando nos acercamos a Foncebadónun belga con bici eléctrica nos saluda mientras nos adelanta en sonriendo y silbando plan «verano azul». Cuando llegamos al cruce para desviarnos hacia el pueblo de Foncebadónos lo encontramos y nos vuelve a saludar y nos da algo de conversación, obviamente empezando con todas las preguntas protocolarias. El tío es otro bohemio de la vida, carga unas alforjas bastante vacías y nos explica que está haciendo el camino francés; que no se explica como mi padre ha podido llegar hasta ahí desde Barcelona, pero aún más se sorprendió cuando vio que nuestras bicis no eran eléctricas. Al final él se va por la carretera y nosotros cruzamos el pueblo, tal como nos indica el track.
Cuando entramos en Foncebadón la carretera principal es bastante pendiente, el pavimento es de pizarra y tierra y las casas son de construcción de piedra y antiguas, típicas de pueblos de alta montaña. Muchas casas están derrumbadas y las demás están mantenidas básicamente para el turismo jacobeo.
El camino por el pueblo ataja, pero a simple vista parece que es más pendiente, pero sin duda vale la pena de cruzarlo.
Una vez al otro extremo del pueblo encontramos pequeños campos de ganado y un estanque con infinidad de ranas. El camino empieza plano, pero luego se inclina hasta un 16%, suerte que no es muy largo y nos lleva hasta el mirador donde podemos contemplar la inmensa llanura que hemos cruzado en los últimos días; lástima que las fotos no muestren todo lo que se podía contemplar.
Hay que decir que te sientes abrumado cuando tocas conciencia de lo que tienes alcanzado hasta ahora.
Tras un descansito en el mirador, continuamos el camino que enseguida empieza a bajar un poquito hasta llegar a la carretera. Son alrededor de las 5 de la tarde cuando tras la breve bajada llegamos al asfalto y avanzamos con ligera subida cuando…
¡Por fin! Ya hemos llegado a la Creu de Ferro, ¡el punto más alto de toda la aventura! Es tal la emoción que subo montado hasta el mismísimo palo y animo a mi padre que está llegando.
Arriba me encuentro una chica sentada y descalza mientras hace una videollamada con una amiga suya en un idioma centro europeo pero que no identifico. Tiene unos zapatos de tacón en la mano, supongo que será algún gesto o reto hacerse una foto con ellos ahí y le estará explicando la hazaña a su amiga.
Mientras llega mi padre observo los alrededores. Tanto el monumento como el entorno es muy diferente a como me imaginaba.
Una vez llega mi padre nos damos un abrazo, nos felicitamos, nos hacemos algunas fotos y cumplimos con la tradición de tirar la piedra que cargamos desde casa para «limpiar los pecados». A mi padre le ha costado bastante llegar hasta ahí arriba, creo que más de lo que quiere admitir, y lo sufrido ha sido más por el calor que por la dificultad de la pendiente.
Tras el ritual nos disponemos a bajar del montículo formado de las piedras y recuerdos que la gente ha ido dejando para ir a una zona de picnic donde descansar y hacer una videollamada nosotros también con la familia, ya que sé que a mi madre le haría mucha ilusión. Justo antes de empezar a bajar vemos que una lagartija enorme está tomando el sol justo delante nuestro y por mucho que nos acercáramos permanecía inmóvil, como muerta. Qué animales más curiosos. La dejamos en paz y continuamos.
Ya en la zona de picnic le pudimos enseñar a mi madre en tiempo real dónde estábamos, cómo se veía la cruz de ferro, los alrededores y cómo estábamos. Efectivamente le hizo mucha ilusión y lo apreció mucho, nos comentó que ojalá pudiera ir ella algún día también a conocer todo esto.
Bueno, tras haber descansado y comido algo, nos disponemos a continuar. Según he visto en la planificación nos espera un poco de bajada y una subida puñetera antes de encabezar una bajada de 15km que pondrá final a la etapa de hoy.
A mediados de la bajada nos encontramos con la aldea de Manjarín, un pueblo que ya no está habitado y permanece en ruinas. También tiene como un asentamiento para visitarlo, pero no sé si habrá algún albergue o lugar donde pasar la noche. Me resulta muy curioso y le hago unas fotos en marcha.
Justo saliendo de la aldea me vuelvo a encontrar la chica que había en la creu de ferro haciendo una videollamada, cuando me doy cuenta que está caminando ¿con zapatos de tacones? No puede ser… me paro para comprobarlo y si, si… ¡son zapatos de tacones! Le pregunto que si puedo hacerle una foto por que si escribo en mi historia lo que estoy viendo dudo que nadie me crea… la chica accede pero con una condición, que le pase la foto.
La chica me entrega una tarjeta con un código QR, que luego a la noche chafardearé con calma. Le pregunto que desde dónde está haciendo el camino con ese calzado, a lo que me responde que lo está haciendo desde Saint Jean de Port (ole tú…). Luego le pregunto que por qué ha decidido hacerlo con ese calzado y no en otro más cómodo ¿Quizás por una promesa? ¿O una apuesta?, la chica se parte la caja con la pregunta y contesta que es como su estilo de vida, como lo que la identifica, y tras un lapsus dice que también por un proyecto de caridad en su ONG, lo que me llama la atención para después indagar más en su causa. Le doy las gracias y continuo mi marcha, Por cierto, la chica es austriaca, por eso no me resultaba familiar el idioma que hablaba.
Al continuar la marcha llego al momento de la subida y alcanzo a mi padre. La subida poco a poco se va inclinando más, hasta un punto que llega al 16% de inclinación y después progresivamente se aplana la carretera durante 3,5km. Desde hace un rato vamos viendo unas antenas a lo lejos, pero deducimos que antes de llegar a ellas empezará la bajada.
Poco resulta que no, que pasamos por al lado y no antes, sino después de ellas empieza la bajada, los últimos 15km de descenso, qué alivio…
Nada más empezar, antes de que se incline hacia abajo la carretera, vemos un cartel que advierte a los ciclistas.
Tras pasar la señal adelanto a mi padre para disfrutar un poco del descenso. El camino de tierra avanza en todo camino por la derecha, en algún momento cruza por la izquierda y baja por el valle. He oído de varias personas que es ciclable, pero con las alforjas es complicado y no se disfruta. Los pocos tramos que he podido ver desde la carretera tenían buena pinta, así que me estoy imaginando un sendero con algún tramo técnico de vez en cuando de 15km, quizás de veinte minutos de bajada… menuda gozada para los bikers que nos gustan las emociones fuertes… pero tendrá que ser en otra ocasión.
Llegamos a un pueblo, El Acebo. Es una aldea muy pequeña y la carretera cruza por el medio de las pocas casas que lo forman. Como no estamos aún cansados decidimos continuar.
No obstante, intento gozar de la bajada por el asfalto. Es una bajada muy divertida, en moto sería una gozada también. Con la pendiente y el peso extra de las alforjas con sólo soltar freno la bici se enbala muy rápido, hasta el punto de que, en una ocasión, en una recta bastante larga decido soltar para ver qué velocidad cojo y cuando voy a unos 70km/h decido dejar que la bici continúe acelerando por que como empiece a vibrar algo o necesite frenar a ver quién frena…. así que intento frenar y… los frenos vuelven a dejar de funcionar como me pasó tras Castrojeriz…. y la curva empieza a acercarse… aprieto con todas mis fuerzas los frenos y oigo como las pastillas rozan los discos, pero la bici apenas reduce la velocidad… cuando llego a la curva aplico todas las técnicas que conozco para minimizar la curva… oigo como los neumáticos hacen GRRRRRRRR contra el asfalto, apurando toda su resistencia… y consigo salir de la curva y poco a poco voy parando la bici para que se enfríen los frenos, esperar a mi padre y … recuperarme del susto… uf…!
Cuando llega mi padre continuamos y esta vez no me dejo llevar tanto por la emoción. También voy pensando en que una de las primeras cosas que haré al llegar a casa es cambiar los frenos de la bici; no las pastillas, ¡los frenos completos!
Llegamos al siguiente pueblo, o aldea, Riego de Ambos. la carretera lo rodea por el note. Bajamos la velocidad por las señales de tráfico, pero también lo cruzamos en segundos.
Continuamos la bajada. Es una bajada realmente chula, no tenemos que dar ni una sola pedalada, con soltar el freno es más que suficiente. El paisaje va cambiando a valle y arboledas verdes y aunque hace calor apenas lo notamos por el viento que atravesamos y el poco esfuerzo que hacemos. Yo voy esperando cada poco a mi padre, él es muy tranquilo para bajar con la bici.
Al fin por fin veo el letrero de Molina seca y poco después ¡Wow! ¡que puente más chulo! me paro a hacer unas fotos y ya de paso a mirar dónde cae donde hoy pasaremos la noche.
Jolines, realmente me ha cautivado esta vista.
Cuando reviso dónde está nuestra posada veo que está a una calle tras el maravilloso puente románico. Mientras avanzamos observo que el pueblo es precioso, todo de piedra, con balcones de madera, ¡pavimento empedrado… es fantástico! Esto por la noche debe tener unas vistas de reportaje.
Cuando llegamos al hostal hay un banco delante. Mi padre está exhausto, no lo he visto tan cansado como hoy, a pesar de que los últimos 15km han sido de regalo (sin hacer apenas esfuerzo). Le indico que se siente en el banco mientras yo hago las gestiones necesarias hasta que él pueda entrar a la habitación.
Tras aparcar a mi padre y las bicis me dirijo a la entrada del hostal San Nicolas. Como son las 8 ya es tarde y no hay nadie en la recepción, pero me dijeron que habría un timbre donde me podrán atender. Tras picar al timbre sale alguien de la casa de al otro lado de la calle y viene a atenderme. Es una mujer brasileña y me explica los servicios, me sella la credencial, me ofrece un desayuno para el día siguiente por 6€ acepto no del todo decidido y finalmente me entrega la llave y se despide amablemente de mí.
Ya con la llave en la mano entro las alforjas, llevo las bicicletas a un patio interior y las aseguro con el maravilloso candado y voy a buscar a mi padre para que pueda relajarse en la habitación tomarse una ducha y demás. Cuando llego al banco me lo encuentro charloteando con una lugareña y riendo, después de todo no lo he dejado tan mal, ¿no? jajaja. Tras ultimar las risas nos dirigimos a la habitación para investigarla. La estancia era toda de piedra y muy cómoda, me gustó mucho, aunque era sólo con una cama de matrimonio, pero ya estaba acostumbrado a compartir cama con mi padre estos días y parecía muy cómoda.
Mientras que mi padre se ducha yo voy a buscar dónde cenar y a comprar agua para el día siguiente. Pregunto a la gente lugareña y me recomiendan dos restaurantes, Restaurante El Palacio y el restaurante El Bordón y haciendo especialmente énfasis en este último me aconsejan el arroz, que es su especialidad y que reserve por que se llena super rápido y que, aunque no es barato vale mucho la pena. Claro, me lo han descrito tan bien que no tengo dudas para decantarme por uno.
El restaurante estaba a la vuelta de la esquina con el hostal. Cuando me pido para reservar me indican que no saben si hoy será necesaria reserva, pero que si reservo que vaya ya decidiendo qué quiero tomar porque así los arroces ya están listos para cuando lleguemos y no tenemos que esperar a que se cocinen. Le hago una foto a la carta para enseñársela a mi padre y les digo que después les llamo y confirmo qué arroz tomaremos.
A continuación, me dirijo a buscar una tienda de ultramarinos por el pueblo. Encuentro una, que viene a ser la única que hay en todo el pueblo y tiene el nombre de «Supermercado».
Me dirijo a la tienda y me imagino que por el nivel de rustico que podría no aceptar pago con tarjeta.
– Buenas tardes, ¿se puede pagar con tarjeta?
– [con un acento gallego que flipas] Si, claro, si la señal es buena. (mientras descubre el datáfono entre unas cajas que tiene junto a la caja registradora).
– ¿Puedo pagar estas dos botellas de agua grandes?
– Bueno, el gasto mínimo tiene que ser de cinco euros.
– Vaya, pues no tengo efectivo. Tendré que ir a la habitación a por metálico.
– Bueno… (pausa muy larga mientras me mira fijo a la cara, como si fuera a decir algo).
– Bueno, si tienes algo típico de aquí me lo llevo y así llego a los 5€.
– Bueno, espera…. venga vale, paga las aguas con tarjeta (y yo… en plan ¿what?) – ah, bueno, vale, pues las rosquillas estas las hacemos nosotros, son típicas de esta zona.
– Genial, ponme una bolsa y las aguas.
– Son 4,50, no llega (yo en plan…uhm… no nos estamos entendiendo….creo…) – pero bueno, vale.
El hombre me da la bolsa, yo cojo las aguas, me prepara el datáfono y pago desde el móvil. El datáfono parece que tarda en recibir la respuesta, debe haber poca cobertura. Cuando pasan como diez segundos y el datáfono no responde le pregunto al buen hombre.
– ¿Todo bien?
El hombre se me queda mirando fijamente a la cara y con el datáfono en la mano. El datáfono no responde, pero el hombre tampoco aún sigue mirándome a la cara. Al poco el datáfono por fin responde y saca el papel, pero el hombre me sigue mirando fijamente a los ojos, cuando de repente se saca la zapatilla y me dice con su acento galleguismo…
– Tengo este pie que me duele, llevo nosecuantos meses que no sé qué hacer. He ido a médicos, pero me dicen que me tienen que hacer pruebas, pero yo no estoy para esos menesteres…
¡Fliiiiiipaaaaaa! ¡El tío me tuvo cinco minutos de reloj explicándome su historial médico! Yo escuchaba atónito, no sabía que decirle… si yo sólo quería saber si el pago se había realizado o se había cancelado… Bueno, como me sabía fatal ser descortés escuché al hombre, le contesté de alguna manera amable y le di las gracias por la compra y me marcho de allí… el tío super agradecido se despide dando mil gracias por preguntarle y que así da gusto recibir a visitantes…¿?¿? boh, yo me voy flipando para la habitación intentando asimilar la bizarra situación.
Cuando llego a la habitación me dice mi padre que qué si me había ido a Rubí a buscar las aguas jajajajaja, le digo que no se va a creer por qué he tardado tanto jajajaja. Le explico y se parte la caja, que ya verás cuando se lo contemos «a la mama» jajaja… y me pregunta, pero al final pasó la tarjeta o no… pues… con toda la historia no lo sé, miro el comprobante y sí, ponía que estaba aceptado el cargo, jejeje.
Cuando ya estamos los 2 duchados nos vamos para el restaurante. No tiene aspecto de ser un restaurante pijo, más bien de cocina casera, pero nada más sentarnos nos ponen dos pinchitos muy gourmet para abrir el apetito y poco después nos traen esto:
¡Menuda cazuela de arroz caldoso que nos han plantado delante! Empezamos a servirnos los platos y cuando los dos están llenos aún queda más de la mitad. Estaba tan bueno, que repetimos y nos lo acabamos… madreña, que gozada de arroz. Mientras devorábamos el segundo plato de arroz vino el chef, que tras conocer la razón que nos llevó a ese pueblo nos hizo la batería de preguntas protocolarías. Él nos contó que es de Madrid pero que vivió y trabajó en Barcelona, donde evolucionó hasta conseguir reconocimientos excelentes y que ahora está allí huyendo del ajetreo de las grandes ciudades. De postre compartimos unos profiteroles gourmet que nos recomendaron. Tras el agradable postre volvió a venir el chef y nos invitó a algún brebaje para bajar la comida.
Tras la maravillosa cena fuimos a dar una vuelta por el pueblo, a bajar un poco la comida y a descubrir las maravillosas vistas nocturnas del pueblo.
Si os fijáis en el rio que pasa por el puente, tiene un caudal que permite cruzarlo fácilmente andando, además, el suelo es cemento listo y cómodo de pisar. Hay otro detalle que no se observa bien en la foto y es que hay como una pared con escaleras de piscina y la parte de arriba césped, y ya fuera del plano, me fijo y hay dos exclusas. De repente caigo en que cuando se cierran las esclusas se forman dos piscinas naturales y alcanzan el nivel de las escaleras, ¡qué fantástica idea!
Sin lugar a duda este es el pueblo que más me ha gustado de toda la aventura hasta ahora, y si tiene que haber otro más adelante todavía mejor me cuesta hasta de creer.
Cuando me meto en la cama hago un poco de resumen del día y realmente me cuesta creer que por la mañana estuviéramos en Veguellina, haber pasado por Astorga, subir a la Creu de Ferro, la tía de los tacones… me da la sensación de que eso lo viví ayer o antes de ayer, ¡Qué cantidad de cosas que han pasado hoy! contra más nos acercamos a Galicia y Santiago más experiencias se acumulan.
Resumiendo, sin duda ha sido un día muy emotivo, lleno de aventuras, de historias bizarras… no me importaría repetir algo así todos los días. A nivel técnico, hemos subido casi mil metros de desnivel pero hemos descendido mucho más, ya que hemos salido de la cota 800m y hemos terminado en la 300m y esto significa que aunque no hayamos entrando aún en Galicia ya empezamos a notar la orografía tan accidentada que nos viene por delante.
Mañana nos espera un día soleado como el de hoy y tras una subida llegar a Ponferrada, lugar que tengo anotado que tiene encanto pero que no he indagado en qué me espera para poder disfrutar de la sorpresa. A nivel técnico no espero que sea un dia complicado, pero dependerá de a qué distancia nos quedemos de O Cebeiro. ¡Estoy ansioso de avanzar para ver qué sorpresas y aventuras me esperan!
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