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A Santiago En Bici

Etapa 5: Fuentes de Ebro – Cabañas de Ebro

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En la etapa de hoy tengo pensado explorar una zona salvaje junto al rio Ebro para buscar un regalo original que he recibido, lo que no esperaba es lo que me esperaba para poder cumplir con mi objetivo. En la planificación de hoy tambien tenemos que atravesar una ciudad importante, Zaragoza. Veamos si conseguimos ajustarnos a la planificación otro día más.

Jueves, 28 de Abril de 2022

Detalles de la etapa:

  • Distancia: 73 km
  • Desnivel: 249 m
  • Tiempo transcurrido: 5h 41’
  • Velocidad media: 12,9 km/h
  • Más detalles: Strava
  • Descargate el Track: Wikiloc

¿Uf… ya es de día? ¡¿Que ha pasado?! ¿Estaba respondiendo mensajes y preparado para ir a la ducha y actualizar el blog y lo siguiente que recuerdo es que toca el despertador…? ¡Me quedé dormido con la ropa puestas tal cual! Wow, no recuerdo haber estado tan cansado en mi vida… y claro, si al día anterior dormí como 4h y he estado dándole a los pedales 7h… Bueno, ya haré las cosas pendientes esta noche…
Empezamos ritual 1. Bajamos al restaurante a desayunar y esta vez sí, me controlo tomándome un café con leche y una torrada con mantequilla y mermelada. También hay fruta, cojo naranjas y plátanos para después. La hostelera también nos ha preparado un bocadillo de atún que nos vendrá genial después. Mi padre hoy se está tomando el desayuno con especial tranquilidad y abundancia, lo que hace que salgamos bastante tarde. Realizamos el Segundo ritual y como ya son más de las 9 y el ayuntamiento ya debe estar abierto salimos en su búsqueda, por experiencia los sellos de los hostales/restaurante son muy grandes, ocupan varios espacios en la credencial y no tienen encanto.

Ayuntamiento de Fuentes de Ebro

Una vez sellado, continuamos el camino, nublado, pero afortunadamente sin lluvia, parece que hoy no nos mojaremos o eso creemos. El camino está lleno de barro de la lluvia del día y noche anterior y las bicis se ponen bien embarradas, hasta el punto de que vamos buscando charcos para que se laven los cambios y las ruedas. El viento que ayer fue nuestro aliado hoy es nuestro enemigo y lo tenemos de frente, y así durante todo el día. Empiezo a pensar que será muy complicado terminar la etapa en Mallen.
Llegamos al pueblo de El Burgo de Ebro, donde la empresa donde trabajo (Boehringer Ingelheim) para el VTI Day (un evento altruista que hace cada año junto a sus empleados) plantó 1700 árboles en una zona que fue afectada por el cambio del curso natural del rio y a cada árbol le puso el nombre de 1 colaborador, le hizo una foto y nos la envió el cada trabajador junto con sus coordenadas GPS.

Llegada a El Burgo de Ebro

El track de la etapa de hoy ya está adaptado para pasar por esa coordenada, pero tenemos que desviarnos en una zona de difícil acceso. Al llegar vemos a lo que parece una granja abandonada y que se está derrumbando. Seguimos por el camino y las hierbas y maleza están muy crecidas y como ha llovido las hierbas están impregnadas de lluvia y rocío, voy notando la humedad en las pierna y pies. Cuando legamos al final del camino tenemos que empujar la bicicleta por guijarros y barro, le pido a mi padre que me espere para no embarrarse y mojarse, pero el insiste en que quiere participar también en esta actividad y me acompaña. Nos encontramos rodeados de mosquitos, tengo los brazos y extremidades no cubiertas de esos bicos y veo cómo los aguijones están dentro de mi piel, noto como se meten incluso dentro de mis gafas rozándome los párpados, es horroroso… pero llegado aquí no voy a darme media vuelta, ¿no? Así que continuo. Con la ayuda del móvil busco la foto y la coordenada donde debería estar mi árbol (un fresno). Al final tenemos que dejar las bicis porque parecemos tontos dando vueltas por la maleza con ellas. Cuando llego a la coordenada no veo nada de lo que indica la foto de la empresa y empiezo a intentar buscar una explicación, no creo hayamos sido víctimas de una vil mentira, ¿no? Tampoco se ven arboles similares a un freso de 1 año (si, yo también tuve que mirar en Google como es un fresno…). Voy apartando arbustos para ver si se han quedado tapados o algo, pero nada de nada. Cuando me doy cuenta, los árboles tienen residuos y sedimentos a la altura de mi cabeza como si hubieran quedado ahí atrapados tras pasar agua a ese nivel y me percato de que estoy en una zona inundable, ¡Claro! habrá crecido el rio y se habrá llevado los cartoncitos con el nombre y los plásticos protectores… así que mi padre también empieza a buscar por mi zona y vemos que sí que hay árboles que podrían tener 1-2 años, con una altura de 1m aproximadamente y a pocos metros de la coordenada que tenía. ¡Lo hemos encontrado!

El Fresno de Jordi Alba

Así que hago un vídeo en inglés para la empresa y se lo envío a mis compis. Que ilusión, me abrazo con mi padre y una vez más no podría haberlo conseguido sin su ayuda.
Regresar al camino ahora es más fácil, por suerte tenemos buena orientación y el chivato del GPS también nos dice por donde hemos venido, jejeje. Una vez llegados al camino de Ebro evaluamos la situación; nos hemos cansado mucho y además tenemos anegados los pies. Literalmente mis zapatos estaban llenos de agua, como si hubiera metido los pies en el rio, notaba como el agua fluía hacia los dedos y el talón cuando pedaleaba y como eso me enfriaba los pies… bueno, avanzamos pensando que esa agua irá drenándose de alguna manera y sino unos kilómetros más adelante ya lo solucionaremos.
Llegamos a La Cartuja, entramos para hacer una foto a la plaza y la iglesia y decido parar en los bancos para comernos el bocata y la fruta, ya que son las 12:30 y no hemos repuesto energías aún y no quiero arriesgarme a que le dé una pájara a mi padre. Cuando me doy cuenta, hay una fuente y no me lo pienso. Me quito las botas y…¡Hay un charco con caracoles! Esto debe ser una broma…

agarro y meto las botas en la fuente tal cual, las enjuago bien y las pongo a secar. Los pies pasan por el mismo proceso. La gente del pueblo nos mira como si fuéramos paganos profanando su ciudad, pero tranquilos, que cuando nos vayamos todo volverá a estar igual que si no hubiéramos estado ahí.
Tras reponer fuerzas y vestirnos continuamos nuestra marcha. Uf, esto ya es otra cosa, ¡parece que los pies estén calentitos y todo! Ahora sí que siento que podría pasar así todo el día.
Seguimos avanzando hacia Zaragoza. Notamos cansancio, nos hemos agotado mucho buscando el arbolito y la comida tampoco nos ha recuperado como esperábamos.
Al llegar a Zaragoza, que parecía que nunca llegábamos, ya son las 13:30. Ya en la plaza de la catedral hacemos algunas fotos ambientadas por un vendedor de la 11 con un carricoche y un altavoz al cantico de «tengo los últimos décimos para el día de la madre». Mi padre se queda custodiando las bicis mientras yo entro en catedral de la Pilarica para que nos pongan el famoso sello, pero el capellán está encerrado en su sacristía escribiendo sobre su despacho. Pico a la puerta varias veces, pero hace caso omiso (le veo por un agujero que hay en la puerta, no especulo nada…). Abandono, hago una fugaz visita a la catedral, que es espectacular, hago cuatro fotos y busco a mi padre para ir a comer a algún sitio, luego lo volveremos a intentar.


Nos encontramos en el casco antiguo y aparte de ser todo caro no hay menús, solo raciones para tomar algo. Parece que en un bar sí hacen menú y le preguntamos al camarero, pero no parece interesado en atendernos y finalmente tras forzar una comunicación con él no dice que está lleno y no cabemos. A pesar de que sí había sitios libres , suponemos que no le interesa ese tipo de clientes….así que nos vamos. Le preguntamos a un paisano y se involucra en nuestra causa hasta recomendarnos un restaurante que tiene terraza y está bien de precio, pero está en la otra punta de la ciudad, el chico es muy amable y finalmente tras preguntar de dónde venimos, donde vamos y flipar en colores nos pide que le hagamos un vídeo con una dedicatoria para su cuñado de Colombia y accedemos gustosamente, nos echamos unas risas y nos vamos en búsqueda del restaurante “La Bocca”. Atravesar la ciudad es lento, hay mucha gente, semáforos y tráfico y aunque la ciudad tiene una gestión del tráfico ciclista excelente tenemos que circular por aceras muy anchas pero llenas de gente. Cuando llegamos al restaurante nos dicen que está lleno (se veía que esta vez era de verdad), por lo que buscamos algo por esa zona que debe tener oferta del servicio que buscamos y de las mismas características. Mientras comentaba la jugada con mi padre nos interrumpe una mujer que andaba por allí y nos recomienda 2 restaurantes que están a la vuelta de la siguiente esquina y que resultó un el bar “14” nos gustó y una de las camareras fue super amable para poder guardar las bicicletas (con barro ya seco) dentro del restaurante y que no estuvieran comprometidas. Me sorprende como en la última media hora varias personas han sido muy proactivas para ofrecernos ayuda, incluso sin pedirla, esa actitud no es tan habitual en Barcelona o incluso hubiera sospechado si esa persona busca algo de mí que no es precisamente ayudarme.

El restaurante es un poco gourmet y la comida no se parece a lo de los días anteriores, pero es más económico: 13,5€. Tomamos arroz con costillas de primero y de segundo redondo de ternera y de postre crepe (no había mucha más opción…). Devoramos la comida y nos dirigimos de nuevo a La Pilarica a por el dichoso sello, pero esta vez entra mi padre y yo me quedo vigilando las bicicletas. Tarda un montón, ya me he aprendido todo el repertorio del tío de la once y no sé qué debe estar haciendo mi padre, si le ha pasado algo, si se ha perdido… y cuando por fin sale me comenta que el capellán estaba la misma situación que yo le vía, pero mi padre ha sido más insistente que yo y ha conseguido el objetivo. ¡Bien papa! (Otra vez).
Por fin hemos hecho todas las cosas que teníamos que hacer en Zaragoza y podemos continuar. He acabado bastante arto de Zaragoza, pero es una ciudad impresionante y preciosa, con muchas cosas para visitar y espero poder venir en alguna ocasión con la familia y poderla conocer con más calma (pero en esa ocasión en coche, jeje).
Retomamos el camino, esta vez por el carril bici que en ocasiones transcurre por uno de los carriles de circulación de coches. Creo que pasamos por algún lugar que estuve en la Expo de Zaragoza, pero no recuerdo bien, ya hace unos añetes… ¡oh, ya me salen palabras mañas!, jajaja. Es curioso porque con los colegas alguna vez hemos bromeado con ese acento y escuchar aquí a la gente utilizarlo de normal se hace curioso.

Seguimos avanzando y luchando contra el viento, apenas podemos avanzar por encima de los 14km/h a pesar de que no hay desnivel. En algunos tramos hay asfalto y en otro camino. ¡En un momento un chaval nos para y nos pide ayuda para sacar su coche del camino que se ha quedado atrapado en el barro… lo miramos y no vemos manera de sacarlo, estaba totalmente hundido! Le recomendamos llamar al seguro para la asistencia en carretera y avanzamos… menudo percal… también le deseamos suerte. Mi padre y yo bromeamos un poco (Sin mala fe) y comentamos que por menudos caminos vamos que ni un coche puede tirar… que menudo calvario de etapa.

Barro con coche

Cuando llegamos a Sobradiel paramos y llegamos a la conclusión de que si faltan aún 60km para llegar a Mallen no va a ser posible llegar hasta allí hoy… así que valoramos hasta dónde podríamos avanzar y buscamos hospedaje. Son las 18:30 y me preocupa no encontrar dónde dormir, pero en el primer sitio que llamo nos reserva su última habitación, así que nos montamos y nos dirigimos hacia Cabañas de Ebro.

Desde que iniciamos el viaje me sorprender ver amapolas y orquídeas silvestres a las orillas de los caminos, lo que me sorprende mucho, no me imaginaba que crecían ahí, así que dedico un instante a tomar unas fotos.

Avanzamos por caminos entre plantaciones de habas y trigos, pero cuando llegamos a Alarcón el camino del Ebro está compartido con la carretera hasta al menos hasta Cabañas de Ebro, que quieras que no, aunque aún haya viento en contra ya es otra cosa y avanzamos los últimos 6km con cierta agilidad. Nada más entrar al pueblo ya encontramos el hostal. Parece ser el único hostal, restaurante y bar en todo el pueblo, es pequeñísimo.

Al entrar al bar… uf, un ador a vomito me recibe con un guantazo de bienvenida. Supongo que recientemente allí ha ocurrido un accidente. Hay varios paisanos tomando una cerveza y se me quedan mirando como si hubieran visto a Jesucristo súperstar. ¿Como pueden estar allí?, ¡los ojos me quieren escocer! La hostelera me recibe y me da las instrucciones y salgo de allí para poder respirar. Dejamos las bicis en el restaurante y las aseguramos donde no molesten. Subimos a la habitación y lo primero que hago es ducharme. Mientras se ducha mi padre me dispongo a buscar la policía local, la iglesia o el ayuntamiento, ¡pero el único calzado que tengo está mojado! Mi padre me presta sus bambas mientras se ducha.

Otra lección aprendida: tener un calzado diferente para pedalear y otro para caminar por la calle.

Todos los servicios de la ciudad están cerrados o no hay presencia de ello… Me quedo sin sello pequeño.
Busco por el pueblo algún otro sitio donde cenar por que el olor de antes me da baste mal rollito, pero no lo encuentro y Google Maps me dice que no hay ningún restaurante o bar en ese pueblo… así que vuelvo y pregunto por la cena, a lo que me contesta la dueña que lo que quiera, y como no sé realmente lo que podría cocinar, le insisto y la mujer me da varias opciones. Pasta o arroces no hay nada (ves, no era lo que quería…) pero carne hay para alimentar a un ejército. Le confirmo que cenaremos ahí y que si el precio lo puede sumar a la habitación. Me dice que la habitación son 20€/ persona e incluye desayuno y la cena 10€/persona… ¿Cómo? ¡Media pensión 30€ por persona está muy bien! ¡En Tárrega nos salió todo eso por unos 100 euros más! Después de todo no está tan mal y lo del olor debe ser algo puntual.
Bajamos a cenar y el bar tiene bastante gente, todos están absortos con los toros.

Toros en el bar

Me choca bastante, esa estampa ya que no es muy habitual en Barcelona, apenas recuerdo a mi abuelo ver esos espectáculos por la televisión. Como no veía apropiado quitarles su programa de la TV observo el espectáculo e intento entenderlo… pero ni yo ni mi padre entendemos del todo cómo funciona y me daba reparo preguntar a los demás, además, no quería arriesgarme a tener que dar opiniones ni debatir sobre la tauromaquia.

La cena la cocina la misma hostelera, está todo riquísimo y se nota que ha utilizado aceite de oliva. Son muy humildes, pero se esfuerzan por hacernos sentir cómodos. Nos ofrecen algunas opciones de postres y cafés, todo incluido en los 10€ del menú, a lo que aceptamos (espero no estar pasándome, jeje). Cuando terminamos de cenar nos despedimos y subimos a la habitación.

Hacemos una llamada telefónica con la familia mientras lavamos y secamos la ropa para que mañana estar listos y secos. Para secar la ropa pedimos a la hostelera que encendiera la calefacción (radiadores), pero no funcionaban, así que nos prestó un calefactor y un tendedero y lo pusimos en el baño. La verdad es que los dueños se han esforzado mucho en ayudarnos.

En resumen, hoy era un día con muchas expectativas, pero ha resultado ser un día desmotivante por perder mucho tiempo desayunando, con el árbol y en deambulando por Zaragoza. El viento en contra y el barro también nos ha minado mucho la moral. Espero que mañana sea mejor y recuperemos la motivación.

Mañana no tenemos grandes expectativas, pero he quedado con amistades en Calahorra para cenar y tenía pensado tener una etapa sencilla para llegar pronto y pasar tiempo con ellos, pero ahora resulta que tenemos que recuperar los 30km que hemos dejado de hacer hoy. La previsión metrológica de mañana es soleada, esperemos que no haya viento. Por lo pronto hemos adelantado los despertadores 1h y nos propondremos no perder tiempo excesivo comiendo.

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