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A Santiago En Bici

Etapa 8: Navarrete – Villafranca Montes de Oca

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Tras finalizar el Camino del Ebro nos anexamos al Camino Francés, donde hay un gran cambio con lo vivido hasta ahora y que nos dejó unas vistas exclusivas. Por otro lado, la incertidumbre de no tener definida la etapa nos hizo pasar algún mal trago, ¿Quieres saber cómo lo solucionamos? ¡No esperes más para seguir leyendo!

Doming, 1 de Mayo de 2022

Detalles de etapa:

  • Distancia: 74,53km
  • Ganancia de altura: 1.264m
  • Tiempo en Movimiento: 6h 22’
  • Velocidad media: 11,7km/h
  • Más detalles: Strava
  • Descárgate el track: Wikiloc

Son las 7:30 de la mañana cuando suena el despertador. Lo hemos programado a esa hora porque a las 8 abren la cafetería del albergue, que es onde están encerradas las bicis. La noche no ha sido tan cómoda y silenciosa como dormir en una habitación privada, pero sin duda no ha sido incomoda ni se han oído ruidos ni olores desagradables.

Iniciamos Rutina 1. Los otros 2 ciclistas franceses también se levantan a esa hora con la intención de salir con las bicis en cuanto abran la puerta. Nosotros nos lo tomamos con más calma y desayunaremos un café con leche una napolitana industrial envasada.

Tras desayunar aprovechamos para dar un manguerazo a las bicis ya que los días anteriores han cogido un poquito de barro y polvo y queremos lubricar la cadena sobre todas esas impurezas.

Mientras estamos en plena faena me suena el teléfono, mi mujer me llama. ¡Es verdad! Antes de iniciar la aventura dejamos un ramo de flores encargado para ella y otro para mi madre, para que no se notara tanto nuestra ausencia, para felicitarlas por el día de la madre y para agradecerles el esfuerzo que has estado haciendo antes y durante la aventura. Tras un momento dulce también hablamos con las peques y antes de colgar también nos llama mi madre. Y es que se merecen eso y más.

Bueno, tras el momento ñoño continuamos con la rutina 2 y nos despedimos del chico del albergue e iniciamos la etapa de hoy.

Atravesamos Navarrete por el centro, que es bonito con edificios de piedra y calles adoquinadas. La presencia de peregrinos es bastante mayor que en el resto del viaje. Cuando llegamos al otro extremo empezamos a subir por la carretera sin tráfico, que sube por una leve pendiente y paralela al camino de tierra. Cuando llevamos aproximadamente 1km entramos al camino por que la carretera se desvía y vamos avanzando entre viñedos. Los peregrinos caminantes van incrementándose y los vamos adelantando poco a poco.

Cuando llevamos pocos kilómetros el camino se desvía hacia la derecha, está bien indicado, pero al poco nos encontramos una trialera de subida. Intento subirla, pero cuando llego a la zona de piedras los escalones son casi tan altos como la rueda, así que toca empujar.

Al llegar arriba nos encontramos a un músico ambientando el camino junto a unos souvenirs que está vendiendo. Siento la brevedad del video, pero el camino era complicado para pedalear con una mano y con la otra grabar.

Video cortito del músico

Tras el músico nos espera una bajadita de unos kilometros muy agradable, que nos deletia con unas vistas de unas montañas en el horizonte que ya no son las de Soria que llevamos viendo los dias atras.

Bajada con vistas a la nieve

Tras la bajada nos encontramos unas escaleras y un puentecito que cruza un riachuelo. Yo, a pesar de que tengo aún la mano resentida por la lesión, decido lanzarme por un terraplén al lado de las escaleras y cruzar el puente, y cuando estoy en medio de la bajada y en punto de no retorno recuerdo que llevo las alforjas… ¡Ostras, como se va esto! bueno, llego abajo pero ahora tengo que sortear el puentecito, que es más estrecho de lo que parecía, y las alforjas empiezan a tambalearse de un lado a otro y no tengo anchura de maniobra para mover el manillar… verás que me voy a mojar hoy y de buena mañana… pero vuelvo a conseguir superarlo… y cuando estoy ya al otro lado jolines, ahora una subida empinadísima de guijarros…boh, la rueda de detrás me va a patinar, es muy pendiente… bueno, ¡venga, hemos venido a jugar! OP OP OP OP OP ¡Ostras! no sé cómo, pero he subido, ¡Toma ya! no me esperaba pasar esto…

Mi padre llega empujando la bici, me dice que al igual se tiraba él por ahí y me bronquea de para para qué tomo esos riesgos, que se pasa igual despacito … bueno, no se papa, a mí siempre me ha gustado la adrenalina… ¿y qué sería una aventura sin un poco de vidilla?

Seguimos avanzando, o intentándolo mientras avanzamos caminantes. El paisaje claramente es diferente al de hace un día, el clima es más seco pero el suelo es más húmedo y compacto, con más vegetación y árboles, el horizonte es más verde y no se divisa restos de desierto tipo Monegros. También es notable que la población de cigüeñas disminuye considerablemente, pero no desaparece y lo que me llama la atención es que se ven bastante jilgueros

Llegamos a Nájera. Es un pueblo más grande que Navarrete y con un aspecto más actual, me recuerda a Hospitalet del Llobregat o Cornellà. Como ya llevamos un ratito pedaleando buscamos una panadería o con cafetería para pedir un café y un poco de pan para acompañar el embutido que sobró ayer noche. Como las que encontramos en el camino están llenas de publicidad en inglés y en contexto turístico del camino decidimos avanzar por otras calles y buscar una cafetería más normal.

Finalmente encontramos una que es una panadería que elabora su propio pan y pastas y también es cafetería con mesas en la terraza soleada. Acabamos pidiendo media barra de pan, que tiene un aspecto denso pero jugoso, y como tenía buena pinta también nos pedimos un pincho de tortilla y nos lo comemos al solete que esa mañana refrescaba y aún no habían subido suficiente las temperaturas para estar cómodos del todo. El pan ha resultado estar buenísimo, es muy diferente a la típica baguet o pan de barra, rustica… es más grueso y muy denso, por lo que con un trocito pequeño te llena. La tortilla también está muy buena. El embutido marino muy bien con ese pan, pero como ya nos hemos saciado con la tortilla nos sigue quedando embutido y pan para otra ocasión.

Mientras termino de desayunar caigo en que es fin de semana y que probablemente tenga problemas para encontrar dónde pernoctar, así que empiezo a valorar hasta dónde podemos llegar hoy y buscar alojamiento. El problema es que como aún es muy temprano no sabemos qué fatiga tendremos por la tarde, ni cuanta distancia y desnivel podremos asumir sin acabar excesivamente fatigados, porque además estamos en una zona aparentemente plana, pero tiende a subir. Tras deliberarlo con mi padre, elegimos dormir en Villafranca Montes de Oca y hago algunas llamadas, y no es hasta el tercer intento donde consigo hacer una reserva con éxito.

Nos preparamos y continuamos la marcha, llegando a una parte del pueblo más atractiva, donde están llevando a cabo alguna festividad o celebración y hay gente vestida de época medieval. También vemos unas atracciones turísticas para tomarse fotos.

Continuamos el camino por las flechas, que van por detrás de la iglesia en reconstrucción que se veía en la foto anterior y empieza a subir a lo largo de 10km, con tramos del 11%. Se atraganta un poco y es que le han puesto un nombre que le hace bastante justicia.

Vamos viendo más señales del camino de Santiago que desde antes de Logroño, me hace cierta ilusión, hasta entonces era muy sutiles o esporádicas, ahora es evidente que estamos en la ruta oficial.

En cierto momento la ruta pasa por un tramo de asfalto rural pero no tarda en regresar al camino de grava. La presencia de caminantes ya es muy densa, parece una procesión y aunque me parece algo violento tenemos que ir pidiendo paso con el timbre; casi ningún caminante es español (japoneses o centro europeos). Aun así, hay alguno que se niega a apartarse y prefieren ir por el centro del camino y no dejar que le adelantemos por un lado ni por el otro… no entiendo esa actitud, ya que avanzamos muy lentos para no molestar, no hemos visto a nadie más yendo en bici y peor para ellos, podríamos hacerles daño sin querer… en fin, fueron pocos los que tuvieron esa actitud, se podrían contar con los dedos de una mano.

Aqui se ven pocos, pero fue cuando pude parar a hacer la foto. Eso si, les faltaba anchura de camino.

Al poco llegamos a una zona en la que no hay ningún rastro urbano en todo el horizonte y enseguida lo identifico con las típicas fotos que publica la gente de esta zona. Juzgarlas por vosotros mismos

¡Las vistas son espectaculares! Hasta el color del cielo juega con la paleta de colores y es que no podría hacer mejor día. Si no tuviéramos el viento en contra sería el día perfecto.

Hay tanta gente que empiezo a cansarme de saludar diciendo Buen Camino y simplemente toco el timbre para que sepan que me acerco, incluso cuando tengo espacio de sobras, para que no les pille desprevenidos.

Así vamos llaneando, pero llega un momento que el GPS me advierte de una subida de 2,5km muy pendiente. Miro hacia delante y veo esto, que no parece para tanto, ¿no?

Subida «inocente»

Pues sí que era para tanto. No parece tan larga y mucho menos pendiente, pero empieza a inclinarse casi de golpe hasta el 15%, luego se «aplana» sobre 8% pero para terminar de dejarte satisfecho vuelve a subir al 12% hasta el final. En la subida sí que me encontré más ciclistas, los únicos que veo desde el albergue. Ninguno de ellos subía montados.

Cuando llego arriba del todo tomo un poco de aire en un área con árboles y bancos que han acondicionado para los peregrinos. Mientras que viene mi padre llegan algunos de los bicigrinos que he adelantado y me van saludando y felicitando por haber resistido. Como mi padre aún en llegar apoyo la bici a uno de los árboles y me dirijo a los que están descansando en la sombra para saludar.

Los únicos 2 españoles se despiden de unos alemanes y se marcha, no sin primero hacerme algunas bromas por subir montado y que se me ha caído la mitad de la bici en la subida (por la horquilla de la bici, jeje).

Antes de saludar a los alemanes me saluda a mí un hombre con aspecto de vagabundo, que ocupaba todo un banco con sus pertenencias y estaba comiendo algo de un cazo. – Como os podéis imaginar, se avecina una de las historias del camino-

El hombre me ofrece comida, a lo que me niego por que poco después empezaría a buscar donde comer con mi padre, además, con la situación de pandemia de la que venimos y el resfriado que hace unos días acabo de quitarme prefiero no poner a prueba a mi sistema inmunológico.

Iniciamos el ritual típico, como cuando alguien te pregunta «qué tal va todo» y tú siempre le vas a decir «bien, como siempre» aunque estés en tus peores momentos, que la versión peregrina es : de dónde vienes, donde has empezado y de donde eres. Tras contarle que venimos de Barcelona se sorprende y me pregunta que qué tal está el camino, que quiere ir hasta el puerto de Barcelona para coger un barco a Mallorca…. ¡Andando! El tío me lo dice como si estuviera a un ratillo caminando, ¿sabes? a mí me ha llevado 8 días en bici, imagínate caminando… en fin, que le devuelvo las preguntas y me contesta:

Yo vivo en el camino, llevo 15 años caminándoloy no pertenezco a ningún lugar.

El Bohemio del camino

¡¡Toma ya! menudo «bien, como siempre» más misterioso. El tío me cuenta que camina junto a su perrilla (estaba debajo del banco, no me he percatado hasta que él la ha mencionado) y que va arrastrando un carro con todas sus pertenencias (un carro que para nada era de vagabundo, era bien robusto y buenas ruedas). Me sigue explicando que ayer estaba en el mar cantábrico (no creo que haya llegado aquí caminando, estamos como a 200km) y que su gran ilusión es hacer el camino desde Menorca, pero como la pensión no le llega para coger un billete de avión porque «vive en la bohemia» pues ahí está.

¡Menudo personaje! mi padre aparece mientras me explica eso y tengo que irme, pero desde luego hubiera estado bien quedarme un poco más y exprimir más esa historia e incluso sacar alguna foto; quien sabe, ¡igual alguno de vosotros también lo conocéis!

Avanzo ágilmente para alcanzar a mi padre y llegamos a Cirueña sobre las 13:30, donde adelantamos a los españoles que bromearon antes, donde tanto ellos como yo aprovechamos para hacer otro intercambio de bromas.

Monumento al peregrino y señal en Cirueña

Nos despedimos y buscamos un sitio donde comer. No hay ninguno en ese pueblo, sólo hay chalés y un club de Golf, donde era evidente que no cumplíamos con el código de vestimenta. Nos alcanzan los españoles de nuevo, que buscaban también donde comer y les comento mis hallazgos, y que a unos 5km está el siguiente pueblo con muchísima más oferta de restauración. Nos despedimos con la broma de si le llevo la mochila en la alforja y seguimos la marcha.

Un poco más adelante alcanzamos a 2 ciclistas y las adelantamos en una subida. Nos bromean sobre si estamos haciendo trampas… ¿?¿?¿? No pillo la broma, pero le devuelvo un jaja y le contesto que hacemos lo que podemos. Una de ellas hace un esfuerzo y se mantiene a nuestro ritmo y me da conversación.

Resulta que son 2 amigas, que tienen 61 años, que una es de Los Ángeles y la otra de Canadá (así, como si vivieran una al lado de la otra…) y que han venido a pedalear el camino de Santiago desde Roncesvalles, que se dedican a pedalear el mundo, que ya habían cruzado la India, Marruecos, Argentina, chile, Perú, México, Tailandia… yo flipando, porque tenían unas alforjas bastante livianas y las bicicletas tampoco eran las típicas baratas del Decathlon, menudo tute le están pegando a esas máquinas…! Yo le explico también nuestra historia y flipa con lo de ser padre e hijo, en seguida llama a su amiga y le explica y también se suma a la conversación. Me dice que bueno, que está bien pero que eso de ir con eléctricas es como hacer trampas, y le contesto que no son electicas que son «muscle bike» (traducción literal de «muscular» al inglés) y entonces sí que flipan en colores.

Luego me dicen que es una historia muy bonita y que ya le gustaría que sus hijos le hicieran la mitad de caso a ellas. Por dentro pienso que tienen una cultura diferente, los hijos se emancipan mucho más radicalmente que los europeos.

Hablamos de algunas cosas más triviales y mi padre y nos dejamos llevar por la bajada y llegamos a Santo Chiquito Domingo De La Calzada (lo sé, y no creo que sea el primero en hacer esa broma). Al entrar buscamos donde comer y dónde sellar la credencial. Donde comer sólo vemos una plaza llena de sitios, pero sin sitio donde sentarnos, además no tienen menú y es muy turístico. Sellamos en un albergue, donde había mucha cola de guiris, pero para sólo sellar me cuelan, eso sí, me revisaron toda la credencial y pusieron el sello correctamente, con otro sello la fecha y firma manuscrita encima. Mientras seguimos buscando una alternativa para comer encontramos un monumento al Bicigrino y la iglesia.

Vamos avanzando el pueblo y nos preocupa que no salgamos de él y no encontremos dónde comer, así que preguntamos a los lugareños y nos derivan a una calle donde está llena de restaurantes. Enseguida encontramos uno de los que nos recomiendan, pero el menú de los fines de semana es algo caro, pero la situación es la que es y nos adaptamos, al menos esperamos comer en proporción al precio. Por las pintas del sitio y de los platos de los otros comensales nos permitimos el homenaje de pedir agua y vino (en lugar de sólo agua).

Mientras estamos comiendo, se nos acerca un hombre mayor (que se parece mucho a un familiar de mi mujer, al que llaman Papá Cesar), y nos explica que como estamos haciendo el camino de Santiago que nos tenemos que fijar en las alcantarillas, que están decoradas de cada ciudad importante hasta Santiago, que él lo ha hecho hasta el pueblo siguiente (¿jaja?), bueno, el hombre se le notaba algo «alegre» y al final vino su hija pidiéndole dejarnos comer en paz y se lo lleva, jajajaja.

Debo decir que la comida estaba riquísima y era abundante. Mi padre no se pudo acabar su segundo, el pichón que le sirvieron y pedimos que lo prepararan para llevar. El agua quedó poca y el resto acabó en las mochilas de hidratación y la botella de vino quedó casi entera y como estaba muy bueno el vino decidimos llevárnoslo junto al pichón.

Cuando nos van a servir los postres el hombre de antes, Papá Cesar de La calzada, viene otra vez a contarnos más historias. Parece que le caímos en gracia, por que cogió y se sentó con nosotros, pero al poco la hija y su marido lo vuelven a agarrar y esta vez ya se lo llevan de la plaza, jaja. ¡Qué de historias hoy!

Bueno, hora de los cafés. Se sienta otro hombre en la mesa de al lado y se pide una copa de vino. Al poco nos saluda y empieza a preguntarnos que, si vamos a Santiago y a decirnos por dónde tenemos que ir, que él no lo ha hecho nunca pero que tenemos que ir por tal pueblo, luego a otro, etc. etc. Parece que la gente de aquí tiene curiosidad e intención de participar en el camino, aunque no avancen en él.

Justo al prepararnos para salir pasan un grupo de mozas (en el sentido clasico de la palabra), como me llama la atención les hago una foto.

¡MozaáA!

Parece que ahora ya no nos interrumpirán más Calzadeños y podremos avanzar en el camino. Al final del pueblo nos encontramos una ermita super enana y un puente que está chulo.

Tras el puente el paisaje es bastante similar al de antes, pero el terreno cada vez tiene más toboganes de 1-2 kilómetros (en jerga ciclista, los toboganes son caminos que suben y bajan, que están como ondulados).

Unos 15 kilómetros después llegamos a Grañón, se nos ha hecho un poco largo entre subirse a la bici frio, con el estómago lleno, que hacía mucho calor y que no había nada en todo ese tramo. Y es que hace un día espectacular, pero hoy aprieta bastante el sol y hemos tenido que ponernos protector solar; al menos, aunque es de cara, el viento refresca algo.

La entrada es chula por unos murales que han pintado y por la música que tiene puesta un albergue cercano.

Al sortear las escaleras que se ven en la foto, entramos en una calle con pendiente positiva, estrecha, larga y adoquinada con decoraciones del camino de Santiago en el suelo. Siguiéndola pasamos por algún albergue bien rotulado en inglés (no vaya a ser que algún guiri se le pase), por la iglesia y poco más.

Salimos de Grañón y avanzamos por parajes con toboganes cansinos, hasta que llegamos a una loma y vemos de lejos como una torre y unos carteles, junto a ellos unos abuelos típicos de parodias de la tele, que nos miran con desconfianza, igual que los sketches de la tele. Como hay sombra decido esperar ahí a mi padre y tomarnos un respiro, y mientras tanto leeré a ver que nos quieren vender en los carteles.

¡Anda! ¡Según esto ya estamos en Castilla y León, eso significa que aquí concluimos la comunidad de La Rioja y entramos en Castilla! ¡Otra comunidad pa la saca! ¡Saco el móvil y observo el mapa… dios mío, parece mentira que ya hayamos avanzado todo este cacho de tierra! ¡Estamos a la mitad de toda la aventura! Jamás pensé que algún día haría esto, ¡ni que se podía realmente hacer!

Bueno, tras un descanso nos volvemos a montar en las bicicletas y continuamos la ruta. Llevamos un rato que no vemos peregrinos y nos planteamos si nos hemos equivocado, pero no puede ser por que el track del GPS y las señales indican que vamos por el camino correcto.

Llegamos a Redecilla del camino. El pueblo es pequeño, pero tiene su encanto, la calle principal tiene decoraciones para los peregrinos, hay casas antiguas, la fuente tiene un lavadero antiguo, el bar tiene las mesas en el pozo… la visita es breve pero interesante.

Casi sin darnos cuenta estamos saliendo ya del pueblo y a los pocos kilómetros llegamos a Castildelgado. Es un pueblo más pequeñito que el anterior y aunque no tiene tantas cosas también tiene algo de encanto, así que también saco algunas fotos sin bajarme de la bici.

Avanzamos distanciándonos un poco de la carretera. El siguiente pueblo es Viloria de Rioja. Nada más entrar nos encontramos varias sillas con peregrinos descansando (o creemos que son peregrinos, visten ropa de montaña) y el edificio está lleno de carteles en inglés (rooms, beer, pizza…), así que somos fugaces.

Enseguida nos vemos de nuevo fuera del pueblo y el camino nos regresa de nuevo a la carretera. Según el vistazo rápido que he hecho a la hora de elegir albergue deberíamos llegar a Belorado, que según mis notas es importante, y tras Belorado deberíamos llegar a Villafranca Montes de Oca (si un nombre un tanto largo). Como a mi padre le veo algo cansadeto le voy comunicando qué deberíamos encontrarnos adelante mientras tomamos una barrita y así terminar la etapa con dignidad.

Ya se ve el siguiente pueblo, estoy expectante para ver el letrero de la entrada y confirmar que es Belorado.

Em… eso no es Belorado… bueno, como hay muchos pueblecitos y aldeas quizás esté después.

Por cierto, ¿os habéis fijado que en la foto hay un letrero bien vistoso de Taxi? Pensé que quien iba a querer coger un taxi ahí, que era raro que hubiera letreros en pueblos tan tan pequeños…

Bueno, como he dicho era un pueblo pequeño y tampoco me bajé de la bici para tomar algunos recuerdos con el móvil

Parece que en estos pueblos las fuentes públicas abundan, casi tanto como las iglesias.

Salimos del pueblo y avanzamos paralelos a la carretera, hasta un punto que nos hace cruzarla para continuar por un camino, que definitivamente sí nos lleva a Belorado.

Nada más entrar en el camino que nos lleva a Belorado nos encontramos un montón de banderas y ropas tendidas de colores… parece que es otro albergue adaptado al turismo. Pasamos ágilmente de largo para adentrarnos en el pueblo.

Al entrar al pueblo seguimos las flechas confiando en que nos llevarán a la plaza de la iglesia y que veremos (aparte de publicidad turística) los sitios más emblemáticos de la ciudad.

Lo primero que encontramos es una iglesia, que me da la sensación de que está tocando o metida en la montaña. A continuación, dos edificios antiguos con murales muy chulos.

Seguimos avanzando y entramos en una calle que tiene varios establecimientos y albergues. Vemos que las bicicletas de las mujeres americanas de esta mañana están aparcadas y sin asegurar, pero vemos que están tomando algo en un bar, pero no las saludamos porque no nos ven y vamos con ganas de llegar al hostal.

Cuando ya casi hemos llegado al otro extremo del pueblo me fijo que hay un callejón que lleva a una plaza con árboles, a lo que sospecho que ahí debe haber algo interesante y llamo a mi padre para pasar a verlo. Y efectivamente estaba la plaza con la otra iglesia, el ayuntamiento, etc.

Salimos del pueblo y nos encontramos con un puente románico por donde sólo caben los coches, los peatones y ciclistas tenemos un puente más reciente de madera. Al poco nos encontramos junto a una gasolinera un edificio con un mural que lo envuelve por completo, y con lo que me gusta el color amarillo pues me llama la atención y le hago alguna foto express.

Bueno, pues ya estamos de camino al siguiente pueblo y donde deberíamos descansar. A mi padre ya ha consumido la energía de la barrita y va necesitando descansar.

Seguimos avanzando y nos encontramos una señal del camino diferente:

Es una especie de tótem de cemento que indica la dirección y la distancia restante para llegar a Santiago: 554,6km.… wow… se dice rápido, 550km.… pero, espera, eso significa que de 1200 menos 550 (aprox) que hemos hecho ya 650, y confirma que mi planificación está en lo correcto y hoy pasábamos la mitad de toda la aventura.

Bueno, ¡ya se ve el siguiente pueblo! Y es Villaf…

¿Tosantos?

¡¿Tosantos?! jolines, debe haber otra de esas mini aldeas entre medias. Miro el mapa del GPS y poco más adelante está el siguiente pueblo. Aviso a mi padre e intentamos disfrutar de las vistas, las cuales no tiene desperdicio, han construido, excavando una montaña, una iglesia; qué pena que esté tan lejos eso sí me hubiera parado a contemplarlo.

Bueno, tras avanzar alejándonos de la carretera ¡llegamos al siguiente pueblo! ¡Este sí que tiene que ser Ah! de lejos ya puedo leer Villa…

¿¡Villambistia?!

¡Venga ya! ¿otro pueblo? y además casi igual que Villafranca… ¿en serio? Bueno, pues otra vez intentamos disfrutar de las vistas del pueblo y seguimos avanzando, aunque a mi padre ya le va dando más importancia al cansancio que a las vistas y el camino; hasta el punto de que me sugiere quedarnos en un albergue que está anunciado. Es normal que esté ya tan cansado, cada pueblo está separado del otro de una mino colina, estamos avanzando todo el rato por los tobogancitos rompe piernas y con tendencia a subir. Pero insisto a mi padre y le convenzo de que ya tiene que ser el siguiente pueblo y por 2-3 km vale la pena dormir donde hemos reservado. Él me contesta autoconvencido que es verdad y así avanzamos esos pocos kilómetros que no tendremos que hacer mañana.

Bueno, seguimos subiendo y bajando otra colina y se divisa el siguiente pueblo. Por favor, que sí sea este sino ya no sé qué hacer, me sentiría desorientado…

Y efectivamente NO es Villafranca… mi padre ya está muy fatigado. Nos paramos a descansar un momento, le ofrezco que coma una barrita mientras compruebo el mapa, pero esta vez en el móvil, no vaya a ser que haya calculado mal y la reserva la haya hecho en un pueblo que esté como a 100km, o incluso que haya leído mal y fuera el pueblo anterior, el nombre era muy similar…

Bueno, pues no parece que estaba tan equivocado, según el mapa ahora sí que es el siguiente pueblo y no hay aldeas, ni casas de por medio, sólo 4km, y aunque sea con tendencia a subir, poco a poco y descansando cada poco seguro que lo hacemos.

Llegamos a lo alto de lo que debería ser el último tobogán, que además ha sido especialmente pendiente y difícil en comparación con los últimos que venimos haciendo. ¡Por fin! ¡Y esta vez sí! Vemos el pueblo al final de la bajada del tobogán y un letrero, que, aunque no sea vinculante, confirma que ahora sí que estamos en el pueblo correcto.

Sólo nos queda bajar la pendiente y llegamos. Además, según la dirección el hostal está en la calle mayor que es por donde pasa el camino. Nos dejamos caer, casi como cuerpos muertos, sin ganas. Como el camino se estrecha y complica subimos a la carretera, que apenas tiene tráfico, y entramos en la ciudad.

Nada más entrar veo el nombre de un restaurante, y por la deseperación y el nombre le digo a mi padre:
– ¡Papa! ¡Ya sé dónde vamos a cenar esta noche!

Avanzamos por el pueblo, que es muy cortito, y cuando ya casi hemos llegado al final encontramos el número de casa del hostal, pero… Aquí no pone nada de pensión ni nada… como mi padre está tan cansado le digo que se quede ahí que yo voy a inspeccionar. Nada por aquí, nada por allí. a ver, ahí hay un callejón… cuando mi padre me llama y me dice que un hombre nos está hablando desde una ventana del otro lado de la carretera, que dice que vamos al mejor hostal de la ciudad, y que piquemos «ese» timbre ¿?¿?¿?. Le hacemos caso y enseguida se asoma de una casa alguien que nos da instrucciones para ir por la calle de detrás, un callejón apartado y un poco extraño… a ver si después de tanto sufrimiento nos van a dar el palo, que no estamos para podernos defender…

Nos abre un hombre mayor una berja y nos dice que entremos las bicis, que nos dirá dónde está nuestra habitación y donde podemos dejar las bicis. Mi padre por fin se relaja. Hoy le he visto sufrir mucho, luego comprobando el desnivel hemos hecho una barbaridad, 1260m de desnivel positivo, el día con gran diferencia que hemos subido más, ¡bastante más que Montserrat!

El hostal es básicamente una casa antigua que el piso de abajo es para huéspedes y el hombre mayor vive en el piso de arriba, ni siquiera hay división. Nuestra habitación tiene 2 camas, una de matrimonio y otra individual. Tenemos radiador, y diréis ¿Tanto frio hacia? ¿No decías que pasasteis calor? Los radiadores no eran para nosotros, era para secar la ropa que queríamos lavar. Ya hacía varios días que no la lavamos y nos gustaría quitarle gotas de barro, sudor y olor que no necesitábamos.

Hoy también es el día que terminamos la etapa más tarde, a las 20:30. Tras tomarse mi padre un batido de recuperador que me llevé por si nos pasaba lo de hoy, nos duchamos y nos vamos a cenar al bar que hemos visto antes, y no por que se me había antojado, sino porque al ser Domingo y festivo solo estaba disponible un hotel muy caro y ese bar, todo lo demás estaba cerrado. Nos planteamos llevarnos el pichón que sobró al medio día y el vino, pero pensamos que si nos comemos un menú el pajarraco nos lo volveremos a traer de vuelta… así que mejor lo dejamos y ya mañana seguro que lo finiquitamos.

Salimos a la calle, ahora sí que hace fresquete. No sé por qué no he caído antes pero el bar no tiene menú y tenemos que abastecernos de las raciones que tienen en la barra, así que desistimos de pensar en carbohidratos y proteínas y simplemente en llenar el buche para nutrirnos, eso sí, una cerveza tostada sin alcohol como premio por el esfuerzo de hoy. Podríamos habernos traído el pichón y el vino, pero bueno, seguro que lo disfrutamos más adelante.

Al pagar la cuenta en el restaurante preguntamos si el nombre de «Mesón Alba» tiene relación con el apellido familiar o algo, porque nosotros nos apellidamos Alba y sería una interesante casualidad, pero simplemente tiene el nombre por el nombre de una aldea y una presa que hay más arriba.

Al llegar a la habitación mi padre cae rendido en la cama, no me da tiempo ni a darle las buenas noches. Yo me pongo a revisar mis notas y escribo algo, pero no hay wifi ni cobertura y desisto en intentar poner al día el blog. Empiezo a asumir que no voy a poder escribir al final de cada día la crónica y prefiero concentrarme en descansar y estar con energía para disfrutar al máximo la experiencia, sólo tomaré notas para escribirlo todo posteriori.

Resumiendo, la etapa de hoy ha vuelto a tener mucha trayectoria, desde luchar con los caminantes para abrirnos paso hasta terminar luchando con las colinas y pueblos que salían de debajo de las piedras. También he visto a mi padre sufrir como aún no lo había visto ninguno en esta aventura, hasta el punto de realmente preocuparme, pero dosificando la ingesta y los descansos hemos podido superar los problemas de fatiga y de la aventura de encontrar el pueblecito.

La previsión de mañana es nublado, pero sin precipitaciones, lo cual es ideal porque nada más empezar nos espera una subida de 5km muy pendiente y al menos el sol no nos penalizará. También llegaremos a Burgos, ciudad importante que visitar y donde planifico comer antes o después de entrar. Cuando alcancemos los 60km parar para pasar la noche, con la esperanza de que sea una etapa con menos desnivel, menos exigente y nos permita terminar pronto y que mi padre tenga suficiente tiempo para descansar y recuperarse del sobreesfuerzo de hoy.

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