La etapa de ayer se nos fue de las manos y hoy necesitaremos bajar el ritmo, pero Murphy y su ley hace presencia y conseguirá que sea una de las etapas más sufrida. Sigue leyendo para averiguar qué nos sucedió entre Villafranca y Burgos y poder aprender de nuestros errores.
Lunes 2 de Mayo de 2022
Detalles de etapa:
- Distancia: 39.98km
- Desnivel: 380m
- Tiempo en movimiento: 3h 8′
- Velocidad media: 12,4km/h
- Más detalles: Strava
- Descargate la ruta: Wikiloc
Ayer me fui a dormir bastante tarde tras tomar notas de lo vivido el día anterior. Hoy cuando suena el despertador a las 6:50 de la mañana tanto yo como mi padre tenemos mucho sueño y decidimos dormir una hora más, ya que el hostelero nos dijo que no nos preocupáramos por el check out. A las 8 de la mañana ya sí nos levantamos y antes de empezar ninguna rutina vemos que está lloviendo muchísimo… ahm… ¿La previsión no decía que hoy no llovería? Pues ahora indica que lloverá todo el día al 100% de posibilidades y hasta final del día de mañana… Bueno, sabíamos que este día tenía que llegar, que había que ser muy ingenuo pensar que tendríamos la gran suerte de no mojarnos ningún día en toda la aventura., como ya nos pasó en Monegros (etapa 4).
Esta mañana estamos tomándonos todo con muchísima calma, con la esperanza de que en algún momento deje de llover y poder salir con el chubasquero puesto. Tras finalizar la Rutina 1 nos disponemos a desayunar, pero en todo el pueblo no hay ningún bar abierto, lo único que hay es una tienda «supermercado» que es enanísima. Al llegar allí está llena de peregrinos con chubasqueros y empapándolo todo. Cogemos leche y algunas pastas plastificadas para prepararnos el desayuno en el hostal y también algún capricho para que el húmedo día se haga un poco menos difícil.
Regresamos al hostal e investigamos para conocer la ubicación de la cocina. Una vez sabemos dónde está chafardeamos por armarios y cajones para saber dónde están los cubiertos, vasos, etc. y nos preparamos un desayuno que para lo simple que era los disfrutamos bastante.
Una vez terminado el desayuno lavamos los platos y recogemos la cocina y lo dejamos como si nunca hubiéramos estado allí. Nos terminamos de vestir y empaquetamos todo nuestro equipaje en las alforjas. Con infinita pereza salimos a fuera a comprobar si sigue diluviando, y parece que ha amainado casi por completo la lluvia… valoramos si esperarnos más tiempo pero miramos el reloj y ya son las 10 de la mañana, nunca hemos salido tan tarde… De repente el casero nos ve y viene a saludarnos. Tras un rato de conversación nos insiste en que no tiene problema en que nos quedemos a pasar el día y así dejar que el día de lluvia pase, y tras agradecer su ofrecimiento le contestamos, sin estar realmente mentalizados, de que seguiríamos la ruta cuando nos hayamos puesto los chubasqueros.
A las11:30 de la mañana (o del medio día más bien…) finalizamos la segunda rutina, nos despedimos del hostelero y nos subimos a las bicis para intentar acercarnos un poco más a Santiago.
Parece que no llueve, pero el suelo está completamente húmedo y las callejuelas por las que vamos están llenas de musgo. Mi padre descubre casi estampándose contra el suelo de lo deslizante que es y decidimos avanzar los primeros metros andando hasta llegar a un suelo más adherente.
Debo decir que el chubasquero del Decathlon parece bastante bueno por resistencia y efectividad, como punto de mejora y las tallas; a mi padre parece un fantoche y a mí no me sube el pantalón del muslo a pesar de que tengo 2 tallas más de la mía y pedalear se hizo incomodo.
¡Ya estamos en marcha! A la altura de la iglesia del pueblo empieza el camino y como hacía fresquete no hay mejor manera de empezar que con una subida de calentamiento al 12% de media.
Nada más llegar a la zona de tierra el suelo ya es barro pastoso y si aprietas la rueda trasera resbala, así que ya intuyo que va a ser una subida muy muy complicada. Al poco de empezar la parte de tierra (barro chapapotico más bien) empieza a llover de nuevo y con considerable intensidad. Se ha formado un riachuelo en el propio camino, y aunque parezca una dificultad añadida es más bien lo contrario, ya que el agua ha arrastrado el barro y ha dejado la roca limpia, así que voy avanzando por esa estrechita senda con más firmeza.
El camino está lleno de marcas de botas, pero no vemos absolutamente a nadie. Parece que vamos tan tarde que la marea de caminantes ya ha pasado y nos han dejado marcado. Al menos si no hay señales sabremos por dónde hay que tirar.
Poco a poco el camino se estrecha y empieza a ser envuelto por las tenebrosas ramas de los árboles. El camino llega a un momento que me recuerda a escenas de películas como La Historia Interminable o El Señor de Los Anillos
Cuando llevamos 2,5 km de subida encontramos un mirador con unas vistas espectaculares a niebla. Nunca había visto una niebla tan nieblosa. Según veo en los letreros desde ahí debería haber unas vistas muy bonitas al valle, pero yo me contento con la niebla. En ese mirador había una chica descansando. Mientras espero a que llegue mi padre le saludo y ella me da conversación. Resulta que es una chica de California que ha venido sola a hacer el camino y buscando un cambio de aires. Mi padre no tarda en llegar y no me da tiempo a conocer más de su historia y seguimos avanzando por el camino de la penumbra. El camino parece que se aplana despues del mirador, pero no es más que un breve descansillo, despues vuelve a inclinarse sobre el 8% – 10%. Entre la lluvia, el suelo aderente y resbalazido, los pantalones super justos y la sensación de que hemos perdido la mañana se me está haciendo un poco pesadito.
Sobre el kilómetro 4 llegamos por fin a un cruce, lo que nos da la esperanza de que por fin ha finalizado la subida y deberíamos empezar a bajar. Es curioso porque veo una señal que nos indica que por otro camino se va a la presa de Alba. Me haría gracia ir a visitarlo, pero con el pitote que tenemos creo que voy a pasar… Quizás en otra ocasión.
Ahora sí que parece que la subida se aplana un poco pero aún tenemos que continuar subiendo un poquito más. Además, hemos alcanzado la marea de peregrinos japoneses y tenemos que ir pidiendo paso a la vez que esquivamos charcos.
Tras un 1km aproximadamente llegamos a un cruce, donde hay un monumento que al acercarme no está dedicado a los peregrinos, sino a los caídos en la guerra civil. Leyendo un poco parece ser que ahí encontró la «Fosa Común nº 1» y nos acercamos a verla.
Tras esta breve pausa parece que viene un tobogán. Me lanzo lentamente, esquivando peregrinos, los cuales me ceden el paso para poder cruzar un estrecho puente de madera y que precede a un repecho que conforme voy cruzando el puente parece que lo estaba subestimando. Meto todos los piñones y empiezo a subir a molinillo sentándome en la parte más avanzada del sillín pero aun así empieza a levantarse la rueda delantera y desviándome hacia las matas de fuera del camino o al socavón que hay en medio del camino, así que subo prácticamente con la pelvis en el manillar y esperando a que la rueda de detrás patine y tener que poner el pie en el suelo, pero sorprendentemente voy haciendo pedaladas y consigo avanzar por el estrecho camino entre los arbustos y el reguero y mientras veo que el GPS marca 22% de pendiente…
Todavía no sé cómo, pero ¡conseguí subir la pendiente! Madre mía… una vez arriba paro a descansar, ya casi sin aliento y el corazón queriendo huir por la boca. Cuando me alcanzan los caminantes, aún yo recuperándome, me aplauden y felicitan en su idioma, parece que ellos tampoco se creen que haya subido. Al poco me alcanza mi padre (caminando, claro) y me dice que no se esperaba que consiguiera subir con la inclinación, con el trozo tan estrecho y la gravilla mojada, a lo que le contesto que no esperaba poderlo subir y que parece que el peso extra de las alforjas en la rueda trasera aporta un agarre extra.
Terminamos de subir aproximadamente medio kilómetro más por un sendero bastante pendiente y lleno de piedras, que consigo subir con muchísima dificultad y mi padre caminando, ya que no vale la pena invertir tanto esfuerzo para avanzar tan poco y prefiere reservarse, porque con lo que nos estamos encontrando vete a saber si necesitaremos más adelante esa reserva de energía.
Por fin llegamos a la parte más alta y empieza la bajada. Bajada, que debería ser muy agradecida por que son 6km y que nos permitirá recuperar tiempo perdido y descansar. Tras descansar un poco nos dejamos caer camino abajo.
El terreno poco a poco empieza a llenarse de charcos de agua turbia, de suelo blando y que poco a poco vamos notando como el barro empieza adherirse a los neumáticos. Intentamos pisar charcos pequeños para que el barro se desprenda, pero los charcos se van convirtiendo en pequeñas charcas bastante profundas y nos vemos obligados a tener que caminar fuera del camino. La situación llega un momento que algunos tramos no podemos avanzar por que las ruedas se las traga la tierra y la rueda de detrás patina sin permitirnos avanzar. Menos mal que en la bajada íbamos a poder descansar…
De repente nos encontramos una zona donde hay tótems y figuras de madrea, tipo indios americanos y que fortuitamente había un todo terreno y una mesa de picnic lleno de bebidas calientes y souvenirs y dos hombres y sus carteles venían a decían algo que sonaba a «hot drinks, hot coffee, souvenirs, have a rest of the camino» y que producía una especie de hipnosis a los caminantes y que los atraía con sus billeteras en la mano. Hubiera estado bien sacar alguna foto, pero estaba tan hasta la p%}#a que pasé de largo y sin mirar atrás.
El camino poco a poco va mejorando, menos mal, porque la bajada nos ha cansado casi tanto como la subida. Conforme nos acercamos al siguiente pueblo la bajada nos recarga la motivación y agilizamos hasta el punto de que los neumáticos ya van desprendiéndose del barro y haciendo esa especie de lluvia de mini meteoritos.
Por fin llegamos a San Juan Ortega, una pequeña aldea que nos recibe con una pequeña granja con los animalejos junto al camino y el primer edificio que vemos está lleno de ropas de colorines y letreros en inglés. Ya es la una y media del mediodía y deberíamos parar a comer, además estamos desesperados por la odisea que acabamos de atravesar y estamos helados. Sí, sí… has leído bien, ¡helados! Y es que han bajado las temperaturas a ¡4ºC! Bueno, por mucho frio que tenga me niego a parar en la trampa para guiris y decido avanzar un poco más, al menos para ver si hay algo dentro del pueblo.
Nada más avanzar 20m llego a la plaza de la Iglesia, donde además de la propia iglesia había unas pocas casas y.… ¡Un Restaurante! Y con gente española en la puerta, ¡Bingo! Pregunto si tienen menú y mientas vienen a atenderme me veo a unos lugareños que se están apretando una ración de Morcilla de Burgos, gordas como mi brazo… ¡Toma! Lo que ya me da igual si hay menú … ¡¿Además hay aparcamiento de bicis delante de la ventana?! Menos mal que no me he dejado llevar por la desesperación.
Aparcamos las bicis, las ato con el super candado que compré (Ver review), que no puedo estar más contento con él. Hablo con mi padre de que podríamos valorar finiquitar con el Pichón, el vino y el poco embutido que tenemos de Navarrete, pero concluimos que con la situación que tenemos vamos a probar mejor algo calentito y el pichón ya tendrá su oportunidad más adelante.
Caminamos hacia la puerta del restaurante y nos sientan en la sala de la ventana ¡Junto a un fuego a tierra! Oh… esto sí que sí…
Cuando el camarero viene a tomarnos nota lo primero que le pedimos es una ración de lo que se estaban comiendo los de la puerta, una ensalada y uno bocadillos de tortilla. El camarero se queda sorprendido y nos recomienda encarecidamente que no nos pillemos tanta comida. Al final nos cogemos los bocadillos y que él nos pondrá un plato para compartir para probar los productos de la tierra, pero que nos advierte que es muy muy abundante y nosotros le contestamos que estamos muy muy hambrientos.
Pues bien… aparece con esto:
Mientras luchamos con toda esa comida, se sientan al lado de nuestra mesa unas americanas. Como yo y mi padre tenemos la boca ocupada engullendo el zapatófono no podemos mantener una conversación, así que decido entretenerme en la conversación de las 2 americanas cincuentonas.
Parece que se conocieron ayer donde han pasado la noche y hablan del tramo que han atravesado. Hablan y gesticulan un poco pijo, como alargando el final de las palabras y moviendo las manos como si tuvieran artrosis en los dedos. El camarero les trae la carta y no le echan ni medio vistazo y la dejan sobre la mesa, así como con asco. Cuando el camarero les pide nota ellas le preguntan que, si no tienen algo más tradicional, como un «sándwich» o una «pizza». El camarero chapurrea que lo que le están pidiendo es el bocadillo, pero ellas le zanjan que se quedan con la pizza. El camarero les trae la carta de pizzas y anota su elección. Mientras preparan su comida ellas empiezan a despotricar de otras compañeras suyas de sendos trabajos y de gente que se han encontrado por el camino. A mí me choca un poco, ya que la gente suele venir a socializar o encontrarse a ellos mismos, pero ellas parece que tienen un objetivo distinto. Al traerle las pizzas empiezan a alabarlas, que si son enormes (no, eran como el plato), que menuda pitanza (eran congeladas) etc. Prueban un trozo, obviamente cortado con tenedor y cuchillo, una de ellas la coge con la mano, pero como si la masa le produjera algún tipo urticaria en la mano. Empiezan a hacer ruidos orgásmicos y con la boca llena empiezan a alabar la comida «española», que no hay nada como la comida «española»…. yo me empiezo a partir la caja y mi padre se me queda mirando con cara de circunstancia. Se lo explico y también se ríe (pero con más discreción). ¿Comida española? dime tú qué tiene de español la pizza… sí me hubiera dicho gastronomía mediterránea, le hubiera dado un pase, pero ¡comida española! esto me recuerda alguna anécdota de cuando vivía en Inglaterra y me venían con topicazos totalmente desubicados en el mapa terráqueo.
Bueno, a eso que como el restaurante es muy muy pequeño (en proporción inversa a la comida de aquí que sirven), empiezan a sentar a los clientes en las mesas de otros clientes, intentando respetar el idioma que hablan, así que acaban añadiendo otra americana a la mesa de al lado. Se presentan y le recomiendan la pizza, que es «ameeeeeeeiiiiiisingggg», así que la nueva ni abre la carta y pide la carta de pizzas. El dueño del local le hace un poco de broma, diciendo que cómo viene a Burgos y España y se pide una Pizza, que pruebe el producto local, pero ella se niega rotundamente. Cuando le sirven su Pizza dice que sí que está buena, pero sin ningún especial énfasis, pero las otras empiezan como a orgasmizar de nuevo y la nueva se deja llevar por el ambiente.
Yo ahí ya desconecté y como mi padre y yo ya habíamos vencido a nuestra comida volvemos a hablar entre nosotros. Mi padre me comenta que no va a poder terminarse el bocadillo y que pedirá que se lo pongan para llevar. Vamos, que en lugar de terminar con el Pichón Peregrino le hemos conseguido un otro compañero de viaje más. Yo le comento que viendo cómo va la etapa será mejor acortar y descansar, ya que llevamos varios días acumulando fatiga y no sabemos qué nos deparará los próximos días; que ayer y hoy iban a ser días sencillos y mira cómo han resultado. Así que decidimos parar en Burgos a regañadientes. Mi padre a regañadientes porque no cumpliremos con el mínimo de 70km y yo porque no me hace gracia hacer noche en una ciudad grande, pero sería la única forma de poder visitar Burgos, que además me han dicho que vale la pena visitar la catedral y no nos veremos tan apurados como nos pasó en Zaragoza (etapa 5). Además, encuentro sitio en un albergue muy cercano a la plaza de la catedral, cómo se nota que ya no es fin de semana…
La cuenta nos salió muy barata, unos 12€ el atracón que habéis visto, con la bebida, postres y café… ¡Los dos! Si, es que la regla de no pararse en el primer sitio funciona….
Bueno, nos levantamos de la mesa ortopédicamente y entre el disfraz de barrendero y la musculatura atrofiada cogemos nuestros bártulos. Cuando salimos a la calle recordamos el frio que hace y mientras volvemos a preparar las bicis empezamos a tiritar. Mientras mi padre intenta estirar una pareja viene a preguntarnos que si estamos haciendo el camino de Santiago y nos preguntan por nuestra aventura y tal. Nos advierten de que antes de Burgos, nos encontraremos una colina y otros consejos. Nos comentan que ellos también disfrutan mucho del cicloturismo, que sus vacaciones las pasan así, viajando un par de semanas con sus bicis y que también escriben sus historias. Para despedirnos me comentaron que visitarían el blog y que así podríamos compartir nuestras historias mutuamente, sería un gran placer conocer sus aventuras, espero que algún día se pongan en contacto.
Bueno, ahora sí, continuamos, pero no con menos dificultades. Ahora estamos engarrotados, tenemos frio, pero al poco entramos en calor y enseguida llegamos a Agés, que es donde ayer deberíamos haber finalizado la etapa anterior y que menos mal que no lo hicimos. Nos percatamos de que las flechas indican desviarnos hacia el norte, mientras que el track nos hace continuar hacia el oeste. Miro en el Mapa para comparar a dónde nos llevaría cada camino y parece que el track es más directo y las señales llevan a Atapuerca y nos hace pasar por la pendiente complicada que nos advirtieron. Reflexiono que Atapuerca es un pueblo popular debido a los yacimientos arqueológicos, pero he leído crónicas que no recomiendan parar si no puedes dedicar 3h a visitarlos, ya que con la credencial la visita es gratuita. Lo comento con mi padre y decidimos ir por lo fácil ya que hoy estamos teniendo un día muy complicado, así que seguimos recto en rumbo Oeste y siguiendo el Track.
Cuando acaban las casas de piedra entramos en un camino que nos hará pasar por un riachuelo que notablemente ha crecido por la lluvia, al pedalear las botas rozan el agua, pero conseguimos atravesarlo sin mayor dificultad; además, nos ha quitado un poco de barro que teníamos.
Tras atravesar el riachuelo el camino va cruzando campos de cultivo recién arados y el suelo del propio camino se va reblandeciendo, hasta el punto de que notamos que avanzamos mucho menos que lo que pedaleamos, y es que la rueda va patinando un poco y el barro se va adhiriendo de nuevo a la rueda. Llega un momento que es tanto el barro que se ha acumulado que empieza a llenarse el basculante y la transmisión, apenas gira la rueda ni podemos cambiar de marcha. Además, no vemos dónde acaba el camino y empezamos a fatigarnos.
Paramos a descansar y exploro el mapa para valorar si regresar dirección Atapuerca o avanzar por el track. Veo que en aproximadamente en 1km ya llegamos a la carretera nacional y junto a ella hay una senda que se llama «Camino de Santiago» que asumo que mejorará. Valoramos que es mejor continuar ese kilometro y en el peor de los casos avanzar por asfalto que no regresar 3km e ir dirección Atapuerca.
Poco después de la pausa el camino baja, las bicis van avanzando cuesta abajo, pero patinando muy inestablemente. Una vez en el Camino de Santiago nos encontramos una senda totalmente acondicionada con grava, ¡menos mal! Pero las bicis están en un estado que no podemos continuar, así que paramos y retiramos una gran cantidad de barro de la transmisión con ramas que encontramos.
Una vez hemos quitado unos kilos extra de barro la transmisión ya vuelve a funcionar, los cambios engranan en la marcha correcta y podemos avanzar con la típica lluvia de mini meteoritos que desprenden las ruedas de barro.
Ya no llueve, apenas caen algunas gotas de vez en cuando. El camino avanza muy llano, incluso con una ligera pendiente negativa y avanzamos muy rápido.
Fortuitamente podemos ver letreros del yacimiento de Atapuerca. Como el móvil lo llevo bajo el chubasquero me resulta muy complicado sacarlo en marcha para hacer fotos, pero confío en que creáis mi testimonio.
Empezamos a ver letreros que indican que nos acercamos a Burgos y vamos recuperando un poco la motivación, pero vemos que las señales van indicando en varias direcciones y nos confunde por dónde tirar, pero decidimos continuar siguiendo el track por que el tío del que me lo descargué llegó a Santiago (vale, dando más o menos vuelta, pero llegó) y además coincide con algunas señales.
Cuando estamos en la entrada de Burgos nos distanciamos de la carretera y avanzamos por un parque kilométrico. Los primeros 2km son un poco complicados por que el barro nos impide avanzar con agilidad, pero llega un momento que el suelo es asfaltado y podemos acelerar. Como tenemos claro que tenemos que ir directos a la catedral preguntamos cómo llegar lo más directos posibles; a pesar de que el track serpentea por la ciudad nosotros seguimos las recomendaciones de avanzar por el carril bici paralelo al rio y sólo tenemos que estar atentos a ver un puente grande que llevará a un portal de piedra que deberíamos ver bien. Al final cruzamos unos puentes antes porque mi padre se impacienta por llegar a la catedral y le preocupa pasarnos de largo y acabamos haciendo un poco paseo de paloma hasta llegar a la plaza del albergue.
Cuando llegamos al albergue vemos que está ubicado en la Plaza Huerto del Rey, que tiene una fuente entre terrazas de restaurante. Pensamos en que tras hacer el Check In ir con las bicis a una gasolinera y darles un karcherazo para retirar todo el barro aún húmedo y así evitar que mañana las bicicletas estén en mal estado. Entro a la recepción y no hay nadie, pero al final del pasillo parece que hay un bar. Al llegar a la puerta del supuesto bar, es la salida de detrás de un bar ¿?¿?¿?. Entro igualmente a preguntar y una chica enseguida sale y me acompaña a la recepción del albergue.
Cuando por fin me van a atender un hombre con acento extranjero se me cuela delante mío con cierta desesperación y le pide una habitación por horas (¿?¿?) a lo que la chica le dice que no tienen habitaciones por horas y él le insiste que es sólo para echarse una siesta. De repente una mujer desde la puerta de la calle grita con un acento extranjero diferente «este sitio es caro, aquí no». La recepcionista, muy perspicaz, le dice que vale, que le da una habitación pero que tiene que ser compartida a lo que el chico ¡no, así no me sirve! y se va balbuceando palabras extranjeras… jajaja.
Vaya primer contacto con el albergue… empiezo a escarmentar de por qué no se recomienda hospedarse en ciudades grandes… y esta situación empieza a sumar estrés a lo ya acumulado de lo que llevamos de día. La chica finalmente me atiende y nos cobra unos 55€ (wow… un poquito caro para ser un albergue), nos da sabanas de tela y nos pregunta que si queremos desayuno tipo buffet son 6€ por persona. Como da la opción de decidirlo y pagarlo el día de después decidimos rechazarlo y mañana ya veremos.
Bueno, metemos las bicis en el albergue y las tenemos que dejar junto a una máquina de vending, donde ya hay otras 2 bicis (que, por cierto, no tienen ni una mota de barro y sospecho que es de algún empleado o algún cliente del bar de al lado que simplemente se desplaza en bici por la ciudad, y que en algún momento tendrán que tocar nuestras bicis para poder sacar las suyas… Además, es una zona de paso y no me entusiasma nada dejarlas ahí, aunque estén atadas y videovigiladas… espero que mañana estén intactas.
Bueno, vamos para la habitación. Nos dijeron que iba a ser una habitación de 4 con lavabo individual. A ver, tampoco me engañaron, pero no me esperaba esto:
Bueno, al menos mi padre ha podido disfrutar de su primer viaje de fin de curso aunque sea con su hijo, jajaja.
Lo primero que hacemos es quitarnos los trajes de basurero porque estamos dejando el suelo «bonito». Sorprendentemente no tenemos ni una mota de barro debajo de los chubasqueros ni de las botas. Hay que decir que han cumplido su función a la perfección, lástima que no puedan ser un poquito más cómodos. Nos pegamos una ducha calentita y como el grifo tenía buena presión a continuación metemos un manguerazo con agua hirviendo a los chubasqueros y a las alforjas. No os voy a poner fotos de cómo dejamos el lavabo, pero también os digo que luego lo dejamos decente, no cayó ni una gota de agua ni barro fuera de la mampara… pero menuda fiesta…
Bueno, ahora que ya estamos decentes vamos a hacer un poco de turismo. Haber acabado tan pronto la etapa es genial, vamos sin prisas, con las tiendas aún abiertas e incluso vamos a poder sellar la credencial en la catedral.
Una vez llegado a la catedral buscamos dónde podríamos obtener el sello. Un transeúnte nos dirige al museo de la catedral, que está bastante a la vista. Una vez en el museo nos dicen que podemos sellarlo en las cajas de la sección de souvenirs del museo. ¡Bien! ya tenemos el sello del día y ya podemos continuar con nuestro turisteo bajo la lluvia. Y cuando estoy tomando algunas fotos de la catedral y alrededores de repente nos sorprende un ruido ensordecedor:
No sé si era por la ubicación de debajo del arco donde nos encontrábamos, pero era espectacularmente fuerte el sonido de las campanas, me impactó mucho y tuve que grabarlo. Luego de un rato pensé, que con unos segundos era suficiente, que quedaba claro que las campanas soban fuerte y seguí con mi sesión de paparazzi.
Bueno, hay muchas otras cosas más interesantes y bonitas que ver, como el castillo de Burgos o las callejuelas, pero ya no tuve tiempo más para visitarlo ni podéroslo mostrar. Eso sí, añadí Burgos a la lista de ciudades que venir con la familia.
Tras la sesión de turismo toca recargar fuerzas. Cuando nos disponíamos a preguntar a alguien dónde podríamos cenar con las 3 Bes (Bueno, Bonito, Barato), dos desconocidos se aproximan a nosotros y nos preguntan que si necesitamos algo. Sinceramente, desconfié un poco de ellos, en Barcelona esto no suele ser normal a no ser que quieran algo de ti. Mi padre sí que confió y les dijo que buscábamos un lugar donde cenar y los 2 hombres les avisan a sus mujeres de que vayan tirando de que luego las alcanzan… ¡vaya! Nos empiezan a decir 1 opción, luego el otro nos dice otra, de repente empiezan a discutirse entre ellos que, si un sitio no porque es muy caro, el otro dice que, si es barato, pero está cerrado por el festivo tampoco sirve… a lo que les interrumpo y les pregunto -¡Ah! ¿que hoy es festivo? ¿Y qué se celebra? – A lo que me contestan con cara de atónitos – Pues el día del trabajador, ¡¿qué festividad va a ser?! y les continúo diciendo – ¿Pero eso no es el día 1? Eso ya ha pasado – a lo que me replican -¡Pero si cayó en Domingo! Así que se pasa al siguiente día laboral…
Me quedé un poco con cara de a cuadros… en Catalunya esa norma no se aplica… y podría incluso tener lógica lo que aplicaran en Barcelona, ¿no? Eso también explicaba por qué había tanta gente en la calle a esa hora, como si fuera domingo… En fin, que la situación nos llevó a que tuviéramos menos oferta en restauración por la festividad excepcional. Finalmente, tras marearnos con tantas opciones nos dijeron que nos acompañaban a enseñarnos los restaurantes sugeridos, ¡uno a uno!
Todos los restaurantes eran notablemente más caros que en los pueblos anteriores. Esta es otra razón por la que hay que evitar parar en las ciudades grandes. Finalmente, sobre las 19:15 terminamos en el Mesón Herrero, que a esa hora sólo servían tapas y hasta las 8 no abrían el comedor del piso de arriba, así que nos fuimos a hacer otra ronda de turismo más light y regresamos de nuevo.
La carta era muy variada, a elegir 10 primeros y 10 segundos, bebida y postre incluido por 19€. Toda la comida estaba riquísima, a cada plato más rico. Realmente fue una muy buena recomendación y pudimos terminar el día con un sabor que nos quitó el amargor del resto del día.
Tras la cena fuimos directos al albergue, nos preparamos para dormir, o intentarlo en esas camas para adolescentes y a dejar atrás un día tan sufrido.
Resumiendo, el día empezó con una meteorología inesperada y que nos preparó un camino de inconvenientes que nos haría acortar la etapa considerablemente, pero para terminar el día pudimos terminar pronto, descansar e incluso disfrutar del turismo.
Para mañana la meteorología pinta igual que hoy y habrá algunas colinas y falsos llanos, así que nos mentalizamos en que tampoco vamos a poder disfrutar de la etapa. En mi memoria recuerdo que deberíamos encontrar algún monumento interesante y superar un peñón suficientemente complicado como para que mucha gente haga un rodeo de 25km.
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